A finales de verano, en la noche monegasca, asistimos estupefactos a una aplastante victoria del Atlético de Madrid frente al Chelsea. El campeón de la Europe League le metía un severo correctivo al campeón de la Champions League, con un baño en juego y una superioridad en la lectura del partido que sorprendió a propios y extraños.
Permítanme un ejercicio de imaginación, para que entiendan lo que vimos ayer.