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Desde casi el mediodía. Esta Final se ganó palmo a palmo con los aficionados rojiblancos desoyendo la estadística, la historia y hasta el sentido común. Esta contracrónica comienza en la plaza de la Remonta cerca de Plaza Castilla donde unos 5000 seguidores (sino más) improvisaron una fan zone atlética. Y así fueron llegando miles que se distribuyeron entre Plaza Castilla y la Plaza de la Remonta.

Momento de encontrarnos con amigos y darnos ánimos antes del partido. Ahí en calidad de atléticos entre tantos atléticos, amigos ilustres que uno tiene el gusto de conocer como Javi Gómara de Mundo Deportivo con la camiseta del Atleti y pensando que nada más finalizar el partido le tocaría salir corriendo a escribir su crónica para hoy o el muy mediático Menottinto. 5 minutos estuve con él y se debió hacer unas 30 fotos. Estuvo varias horas. Echen cuentas. La paciencia de Meno y sus amigos que daban dos y tres pasos entre foto y foto fue infinita.

El partido de las aficiones no lo ganamos en la grada sino que lo fuimos ganando desde Plaza Castilla. Sabiendo que a animar en su mejor día alguna afición puede empatarnos, pero a dar aliento a los nuestros no hay afición que nos gane. Y con todo el respeto la del Real Madrid ni de lejos. Y así una enorme marea rojiblanca barrio Madrid desde el Norte hasta alcanzar el lugar del choque.

Muchos (sobre todo cuando pierden) dudan del impacto que tienen las aficiones en los resultados pero no el Cholo. Cuándo le pedimos a Simeone que mandara un mensaje a los miles que caminaron hechidos de orgullo restaurado desde el Santiago Bernabeu hasta Neptuno ( y a los millones que viven con la rojiblanca tatuada bajo el corazón) nos dijo «Vencer al Real Madrid nos costó mucho. El apoyo de esa gente nos hizo jugar en casa.  Sentíamos que estábamos jugando en casa.»

Una hora y media antes del partido comenzó el camino a la gloria. Se hizo bueno aquello de que la gloria se consigue sufriendo. Sufrimos lo indecible y esperamos 14 años para eliminar el último complejo que aún nos perseguía. De la Remonta a la «remontá» que diría un castizo. Amanece una nueva era y Simeone es arquitecto y responsable de este triunfo del colectivo por encima de las individualidades. Los jugadores, la afición y el club han encontrado alguien en quien creer. Y ya ni el estigma de los derbis permanece en pie. Lo tuiteaba mi amigo Jesús anoche: el Valhalla de los vikingos debe esperar. Con ayuda de Neptuno y Simeone marcando el camino, volvemos a dominar la capital.