El fútbol moderno ha perdido definitivamente la cabeza. Lo que antaño eran clubes de fútbol, hoy no son más que empresas que buscan maximizar beneficios aunque eso conlleve darle la espalda a los aficionados. Y han encontrado en las televisiones sus aliados perfectos. Primero, con unos contratos de derechos de imagen cláramente desiguales, pagando 140 millones a dos equipos y menos de 40 a los demás (algunos incluso apenas 10 millones). Este fue el primer paso para destruir la anteriormente conocida como «la mejor liga del mundo», hoy conocida como «la otra liga escocesa».