Les gustaba más el Atleti de plastilina, de blandiblú. Fofo, amorfo. Sin ideario, sin alma, sin espíritu, sin corazón. Un Atleti que se venía abajo al menor contratiempo. Un equipo en el que sus jugadores se acomodaban porque no se les exigía nada. Un club que contrataba entrenadores que no tenían ninguna identificación con los valores históricos de la entidad. El Atleti vivió amancebado con la desidia durante lustros. Ese era el Atleti que satisfacía a los rivales.