Permitidme que me tome la licencia de readaptar un lema que nos metieron, a fuego y sin quererlo, a los aficionados del Atlético de Madrid. Por si no había sido vergüenza suficiente perder por primera vez en nuestra historia ante un rival de Segunda B (algo de lo que ni siquiera Real Madrid y Barcelona podían presumir), el equipo rojiblanco tardó la friolera de 72 horas en ofrecer un nuevo capítulo de un esperpento que no parece tener fin. Un poco de Verdú por aquí, otro poco de Romaric por allá