Mucho se ha escrito y hablado de lo que sucedió el pasado domingo en el Vicente Calderón. En concreto, y lejos de hablar de la buena alternativa que ofrece Diego Costa, de la resurrección de Koke (permitidme la gracia fácil con su apellido), o de que hay gol más allá del Tigre Falcao, todos los minutos de tertulias, todas las páginas iban dirigidas a esos siete minutos malditos que pudieron costar caros al Atlético. Parece como si molestase que el Atlético estuviese tan bien en lo que llevamos de temporada