A veces tendemos a confundir las cosas y no distinguir lo que es real y lo que no. La tendencia a dejarnos manipular por lo que nos cuentan o lo que leemos, o la insistencia en digerir mentiras nos dejan en un estado adormecido.
En este último mes hemos visto que todo el sueño se tambalea. Y lo que antes era felicidad infinita y lecciones de moral, ahora es rabia, queja e impotencia.
Durante estos últimos años he acostumbrado a escribir