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Decidió despelotarse el martes por la noche con el micrófono de TVE en mano y mostrar a todos los teleespectadores su piel de color azulgrana. Sin vergüenza y sin tapujos, sus comentarios fanáticos se fueron sucediendo durante todo el partido. Dio un curso acelerado de cómo no debe hacerse una retransmisión deportiva. La actuación de Salinas fue un compendio de comentarios propios de un aficionado culé y no de un comentarista que, se supone, debe ser completamente imparcial.

Vivir la vida de una forma diferente, eso es lo que nos gusta a los atléticos. Por eso nos encandila el Atleti de Simeone. Un equipo que lo entrega todo, que se sobrepone a las dificultades que se le presenten en los partidos, sean éstas las que fueren. No cabe mayor desgracia que el jugador más determinante se lesione a la media hora del choque. Un contratiempo que hubiera hecho perder las esperanzas a un equipo cualquiera, pero no a este Atlético de Madrid, forjado de la nada, por la mano de Diego Pablo Simeone.

Todos hemos podido escuchar la frustración y el enfado de algunos periodistas cuando comentan el famoso y, por otra parte efectivo, discurso de Simeone sobre el partido a partido. Los rictus de las caras de algunos cuando se ven por televisión o las expresiones que utilizan en sus comentarios radiofónicos les delatan.
Creo que hay tres razones por las que una buena parte de la prensa odia que Simeone haya mantenido el partido a partido desde la primera jornada: