Los atléticos hemos visto tantos espejismos en el desierto que nunca nos dejamos llevar por la euforia con honestidad. Siempre hay una sensación de falta de fe o una señal que nos dice que dos partidos ganados con holgura no nos da derecho a ir más allá.
Pero este Atleti de Simeone huele a otra cosa. No recuerdo un equipo con tantas jugadas ensayadas a balón parado desde los tiempos de Benito Floro con aquel Queso Mecánico o el Tenerife de Valdano.