Hay algo de fordiano en los goles de Adrián. Los cinéfilos me entenderán. El de Teverga cuando llega al área -cuadratura donde todo se achica y el tiempo pasa rápido- se transforma en “El Hombre tranquilo”, de mirada cristalina y espíritu pausado, capaz de detener el tiempo, mirar al frente y ejecutar. En su gol contra el Hannover, donde muchos habrían visto violencia, precipitación y puntera, Adrián vio recorte, amago y engaño. La pausa.
Adrían es torero, a su modo. Para, templa y manda.