forzaatleti

Coincidiendo, más o menos, con la hora de publicación de esta entrada me encontraré asistiendo junto a un buen puñado de amigos a un evento felizmente organizado por la Peña Los 50, alrededor de dos grandes pasiones: Cine y Atleti, Atleti y Cine. Como único espada de la noche -flanqueado por José Antonio Martín «Petón»-, el maestro José Luis Garci con el cual, he de decir, me une una estrechísima amistad y eso que no nos hemos visto nunca.

Falló Diego Costa ayer un penalti y la red parecía sonrojarse y pedir perdón. Es lo que tiene crear una rutina tan íntima. Como el café de por las mañanas y el punto de la carne, hay cosas difíciles de cambiar de un día para otro. Costumbres graníticas. La de Costa es el gol. Muchos desconfiaron y dejaron de creer y Diego les recondujo en minutos por el camino de la fe de la que él es profeta.
Falló el penalti y no parecía buscar el gol: parecía buscar venganza.

¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué es el cholismo? Son preguntas que cualquier aficionado atlético se ha planteado durante estos últimos años. Desde Forza Atleti, punta de lanza del humanismo atlético -entre otras y variadas virtudes-, queremos arrojar la primera luz sobre una cuestión tan controvertida. Sin ánimo de ser exhaustivo, ni de sentar cátedra alguna el presente y breve trabajo aspira a plantear las preguntas adecuadas, más que la consagración de respuestas.

Coinciden los analistas de la cosa balompédica en que el secreto de este Atlético es el tan manido «sabe a lo que juega» y, por más que me pese coincidir con alguno de ellos, creo que tienen razón. Simeone ha dotado a este equipo de un propósito. Una bandera. Si analizamos sin apegos emocionales nuestra plantilla, línea por línea y posición por posición, no encontramos estrellas fulgurantes. Tampoco estridencias. Es un equipo de notables, sin matrículas de honor, que sin embargo amenaza con acabar el curso de los primeros de la clase.

A principios de esta semana postvacacional de reencuentros más o menos trágicos y vuelta a la conocida rutina, se nos fue un aparente desconocido: Isidro Sánchez García – Figueras. No es fácil que al atlético medio ese nombre le resulte familiar. Incluso a un jerezano. Porque sí, Isidro Sánchez, padre de Quique, era de Jerez de la Frontera.
Es extraño, pensarán algunos, – sospechoso acusarán otros- que en un blog colchonero se derramen líneas ante un exjugador madridista.

Tras caer en Fort Vallecas, las pistolas seguían cargadas y el intercambio de tiros a base de tuits y retuits no se hizo esperar. Vergüenza. Crisis. Jugadores mercenarios. Cholo vete ya. Para algunos, el Atlético es un interruptor on / off. Un semáforo sin ámbar. La ciclotimia de la mejor afición del mundo explica muchas cosas y nos condena a otras tantas. El domingo pasado tuvimos una muestra, quiero pensar, que no representativa pero sobre la que hay que detenerse.

Tendré la deferencia ante esta audiencia fiel de no estirar más de lo necesario esta crónica, pues no es mi ánimo sádico ni mi condición la de un torturador. Dejémoslo en que este Atleti «telonero» que el Cholo sacó a escena, -con Cisma, Pulido, Kader y Asenjo entre sus principales novedades-, jugó un partido mediocre, en el que la falta de actitud -de momento con «c» y no con «p»- fué la predominante durante los primeros 91 minutos de partido, que fueron los que sobraron.