Llegaba el Atleti a Alicante tras 6 partidos sin perder y con el ánimo de estar en Cuartos de Final de la Copa del Rey tras superar al Espanyol. Llegaba, sin embargo, con cierto mosqueo por tener que jugar un lunes a 3 días de un derby, y sabiendo que también tendría que jugar el siguiente lunes, también a 3 días de otro derby. Era el partido ideal para resolver rápido y especular, descansando el resto del partido para la gran cita. Eso, claro, si todo fuera normal y esto no fuera el Atlético.