Comentaba en privado con mi amigo José Valera que su artículo de ayer era -y permítanme la expresión- el puto discurso previo al desembarco en Omaha Beach, Normandía. Un catecismo de emergencia en tiempos de desazón, desunión y aflicción, dónde el peor enemigo está entre nosotros y tiene nombre: complacencia.
Muchas veces, en esta guerra de los derbis, tengo la sensación de que el aficionado atlético se ve a sí mismo acorralado en una trinchera donde ha de guarecerse -incluso- del fuego amigo, refugiado en una mentalidad minoritaria y un tiempo que dejó hace muchos años de ser presente para transformarse en recuerdo. Y a la sombra de esas nebulosas, en las que todavía los viejos códigos servían y los escudos no se pisaban, es cuando el aficionado atlético, curtido en mil batallas de domingo, refriegas europeas y escaramuzas de pretemporada, se torna en héroe y paladín de un sentimiento que enarbola y del que hace una bandera agitada con la esperanza de que los suyos acudan al llamamiento.
Me recuerda a la historia de “Mad Jack”, apodo -y declaración de intenciones- del Teniente Coronel Jack Malcolm Thorpe Fleming Chuchill. Jack, combatió en todos los principales frentes de la II Guerra Mundial demostrando un valor que, a la luz de sus hazañas, le ha valido una posición de honor en el cuadro de combatientes extraordinarios del British Army. Un hombre valiente para muchos, loco para el resto. Para mí, uno de esos funambulistas entre lo uno y lo otro. Pero ¿qué le hacía peculiar? Probablemente, tuviera que ver con el hecho de asaltar las posiciones Nazis blandiendo una espada medieval al cinto, o disparar al enemigo con arco y flechas. Así era “Mad Jack”. Por no hablar de su inseparable gaita escocesa, esa con la que enardecía el espíritu de la tropa, al ritmo de “The March of the Cameron Men” cuando tomaban al asalto las posiciones enemigas. Según cuentan, -en uno de los episosdios más descriptivos de la personalidad de nuestro héroe- en 1944 en, Yugoslavia, quedó aislado con algunos de sus hombres en el ataque a una posición alemana. Tras el acoso, palmo a palmo, de los soldados alemanes, todos resultaron fatalmente heridos menos Jack, que siendo consciente de su destino, agarró su gaita y le arrancó los sones de una canción llamada “¿No volverás?”. Mientras los compases delataban sin pudor su posición, una granada lo convirtió en prisionero alemán. Tras un breve interrogatorio, fue internado en un campo de concentración. Escapó, claro. Y lo volvieron a internar. Y volvió a escapar.
No me cabe duda que los atléticos, por desgracia, los días previos al Derbi tenemos algo de ese Jack Churchill que cantaba “solitario y ya vencido” que diría el Tango, esperando a los alemanes. A su derrota. Combatiendo en una guerra larga y de desgaste con armas anacrónicas pero llenas del romanticismo de otros tiempos. Con la audacia del que cree en lo que hace, del que está hecho de otra pasta.
Tal vez, luchar de otro modo sería traicionarnos. El Atleti siempre ha sido diferente. Tal vez el sábado sea el momento de atacar el campamento base enemigo como lo habría hecho “Mad Jack”: sin miedo, con valentía y con armas de otro tiempo, alejadas del fútbol moderno. Tal vez, con armas de otro Atleti.
Ése del que hablaba José Valera.
Me estoy calentando para el derbi. Yo que quería pasar la semana con tranquilidad, y no me dejan. Ni usted, ni José.
El Atleti está enfermo, desde luego, pero con gente como ustedes me queda la esperanza de que algún día lo recuperaremos. Que sepan, los que maldirigen el Atleti, que aquí nos tienen dispuestos a la lucha, con nuestras armas: la palabra escrita en este blog y la palabra pronunciada en nuestro podcast.
Y si hay que resucitar a Mad Jack, pues lo resucitaremos. Y si no podemos, al menos invocaremos su espíritu.
Don Jesús, me ha puesto usted la piel de gallina. Glorioso artículo.
Un abrazo.
Muchas gracias, Don Julio.
Hay armas para las que los de arriba no tienen respuesta. Ni la tendrán. Aprovechemos eso. Por tierra, mar y aire. O por blogs, podcasts y redes sociales.
Sentimiento, orgullo y memoria. Ése ha de ser nuestro lema.
Un abrazo.
Sin miedo, con valentía, SIN COMPLEJOS. Es como debemos jugar. En el momento que nos creamos inferiores habremos perdido el partido.
Creeis que MAD JACK tenía miedo, NUNCA, tan solo pensaba en dar la vida y defender a su pais. Los jugadores deben jugar a ganar el partido con una estrategia predefinida pero siempre creyendo en ganar el partido.
GANAR, GANAR Y GANAR Y VOLVER A GANAR Y GANAR………..
Exacto. Ganar, ganar y ganar… y volver a ganar. Nuestra historia no nos permite temer. Es un privilegio forjado en muchos años y también un tributo que, a medida que el tiempo pasa, devenga más intereses.
Muchas gracias por su comentario y un abrazo sincero.
Cómo me gustan estas historias. Cada atlético tiene una banda sonora en su cabeza que le va erizando el bello cuando anda. Así deberia ser. Así será.
Un abrazo
Gracias, José.
Uno, cada vez más, se siente parte de una especie de «resistencia» contra el poder establecido. Como miembros de una comunidad clandestina, incomprendida, frente al «grefusismo» imperante en la grada y la inoperancia más absoluta en el palco.
En mi caso, mi banda sonora es la de un himno en un territorio ocupado. Qué demonios, mi banda sonora es la Marsellesa cantada en el Ricks Café, a la orden de Rick Blaine, en «Casablanca».
Un abrazo.