¿Quién se lo iba a decir? Hace apenas un mes, en medio de un largo culebrón con el Kun Agüero como protagonista y Forlán acumulando papeletas para abandonar el Atlético de Madrid, todas las miradas se dirigían a un mismo punto. En ese momento, Jose Antonio Reyes heredaba el número ‘10’ de las estrellas, se salía en Europa League y el estadio entero coreaba su nombre al unísono. Parecía como si, tras ser puesto en cuarentena el día de su fichaje por su pasado blanco, y después de brillar a la sombra de dos transatlánticos para la hinchada, por fin había llegado su momento. Esta estaba destinada a ser su temporada.
Pero, por desgracia, las cosas en el Atlético de Madrid cambian con la misma velocidad con la que Leo Messi es capaz de sacar de banda y marcar un gol quitándose de encima a toda la defensa colchonera. Pasar del todo a la nada o de la nada al todo es algo habitual en estos años en los que las únicas estrellas que vemos son fugaces: llegan, brillan y se van. Los ídolos en el Vicente Calderón son demasiado efímeros.
Pese a todo, Reyes tenía era el máximo favorito para coronarse como el nuevo monarca del Manzanares, pero la dirección deportiva se dio prisa en arreglar el desaguisado y trajo a unos jugadores que, por sus características, parecen no encajar demasiado bien con el de Utrera en el ya de por sí complicado puzle de Gregorio Manzano. Reyes un hombre capaz de sobresalir en la anarquía para convertirla en algo extrovertido, inesperado y capaz de contagiar al rival. Sin embargo, cuando el orden reina a su alrededor, se agobia e intenta coger el balón y hacer la guerra por su cuenta, intentando volver a desordenar el partido, llevarlo a su terreno.
Y el nuevo Atlético con Arda, Diego, Gabi y Falcao, entre otros, busca el orden. Trata de mimar la pelota y mecer al rival hasta dejarlo adormilado para asestarle el golpe final, generalmente en forma de zarpazo felino. En ese Atlético, Reyes tendrá que renovarse o morir. En el Camp Nou, primera gran cita de la temporada, contó con el beneplácito de Manzano pese a que había otros como Arda en un espectacular momento de forma. Su anarquía topó de frente contra un Barcelona que ya le tiene muy tomada la medida y en el descanso se fue al banquillo, quizás, señalado como uno de los culpables de la debacle.
A todo este batiburrillo hay que añadir la forma de ser de José Antonio Reyes. Ni sorprendo ni engaño a nadie si les digo que es un jugador mentalmente débil y cuya cabeza no está bien amueblada. En este inicio de temporada ya ha tenido un par de suplencias que podrían repetirse próximamente si es que jugadores como Salvio o el propio Arda encuentran la manera de asociarse con el resto de titulares. Parece que los interiores con buen gusto por el toque y no por la conducción cuentan con un punto de ventaja con respecto a extremos como Juanfran o dictadores del balón como Reyes.
Esa transformación, de referencia número uno del equipo a jugador prescindible, puede crear en él el efecto que vimos en su día hace varias temporadas y que nadie quiere que se repita, aquel que terminó con su cesión al Benfica. Reyes es capaz de convertirse en una bomba de relojería que haga saltar por los aires el buen ambiente que parece reinar en el vestuario rojiblanco. Esperemos que no sea así.
De lo que no cabe duda es de la extraordinaria calidad del ex de Arsenal y Sevilla. Su visión de juego, su toque y sus goles son bienes muy útiles en el Calderón, pero no son bienes de extrema necesidad de cuya presencia dependa el devenir del futuro del Atlético de Madrid. Dice nuestro compañero Ricardo Menéndez que este es el año en el que Reyes se va a salir. Por el bien del Atleti, que Dios le oiga.
Nunca he sido de Reyes. Y no me extraña nada que la vuelva a armar. un saludo
@fernando. Reyes, centrado como consiguió centrarle Quique, es un jugador para ser referencia en el Atlético (Ojo, referencia sí, líder no). Cuando las cosas no le vayan bien dadas, dará más disgustos que alegrías…
Creo que con Arda, Pizzi, Salvio (cada vez mejor, contra todo pronóstico), Juanfran e incluso Adrián la banda está mas que cubierta. Si no rinde, en invierno se le vende por un pastizal y «santas pascuas».
Arda, Salvio y Adrián han llegado con muchas fuerzas. De Juanfran nos esperamos que siga rindiendo como hombre de fondo de armario. En quien no confío es en Pizzi. Además, confirmadme si me equivoco, pero creo que su cesión es hasta diciembre. Después de entonces, habría que pagar para que se quedase