No consigo salir de mi asombro, por no decir estupor, tras lo mucho leído, y lo otro tanto oído, en las horas posteriores a la despedida de Quique Sánchez Flores en su casa. Uno, agarrándose a los jirones de la poca ingenuidad que el fútbol en general, y nuestro Atleti en particular, ha dejado intacta, intenta dar sentido al guerracivilismo en que, en acertadas palabras de mi buen amigo José Valera, se haya inmerso nuestro Club. Ese cainismo alimentado por la mediocridad de muchos años pretendiéndolo todo, sin exigir nada. Sin exigirnos nada. Esa mediocridad cuyo emblema aceptado ha sido el de ser puta y poner la cama y de, si hay que chuparla, se chupa. Esa mediocridad que sólo puede subsistir con un buen fondo de armario de varas de medir, prejuicios y ventajismo de saldo.
El que suscribe, no lo entiende. No entiende, por ejemplo, que a tres días vista de la despedida de El Faraón, para muchos hubiera sido más justo que Quique se hubiera ido agachando la cabeza, las manos en los bolsillos y un sonoro rachear de pies. De aquí, nadie se puede ir aclamado sin una hoja de servicios intachable a falta de un pedigree impoluto que enseñar. Nos gusta animar siempre lo esotérico, pero no lo obvio. Cuando una grada se cuadra ante el pasado, demuestra su dignidad y, si no la tuvo, la cobra con intereses de demora. Me cuesta igualmente entender los gratuitos y pretendidamente ¿ingeniosos? argumentos ad hominem, basados en los lazos familiares del entrenador. Me cuesta entenderlos, aunque los asumo como una victoria, pues quien no alcanza a nadar entre argumentos, se contenta con chapotear en los charcos de la infamia.
No deja de sorprender, por otra parte, que en la era del desapego y del fútbol hecho asiento contable, debe y haber, también parece mal que un entrenador busque la complicidad con los suyos. Que mire de frente a la grada, como en Barcelona, cuando treinta minutos dieron sentido a todo. Cuando los síntomas de esa enfermada a la que Quique siempre alude, afloraron. A quien corresponda: ¿Dónde está esa linea que trazáis tan claramente y que yo no veo? ¿Ésa que diferencia al tribunero del comprometido? ¿Al de halago pretendido del de halago merecido?
Por otro lado, olvidan muchos, interesadamente, que los cánticos a Quique no fueron solo flor de un domingo. Que a Quique se le cantó con el equipo encadenando varias derrotas consecutivas. Gracias a ello, siguió vivo sin pasar por la silla eléctrica que tantas ilustres posaderas y a tan buen ritmo, ha ajusticiado. Ni entonces, ni el domingo, nadie obligó a nadie a quedarse. No importa. Como con él, aquí la carga de la prueba se invierte y todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario. Cualquier gesto, palabra u obra, es sospechoso. Es nuestro particular estado policial atlético, en el que muchos se autopostulan, orgullosamente, como comisarios políticos.
Y todo lo anterior, Rubias aparte, que es otro cantar. Porque si en vez de Quique Sánchez, el que ejecuta se llama Luis Aragonés, pantalones al suelo, fila india y de rodillas. Lo saben ellos y lo sabemos los demás. De nuevo las presunciones. Y no se dan cuenta de que, cuando Quique levanta del suelo a Luis García, también está diciendo “Señor, no pise usted ese escudo” de la misma manera que lo dice cuando sienta al Uruguayo. Sin entrar en las formas, no es el caso. Y si para algunos lo es, que me expliquen como lo formal, se antepone a lo sustancial, y como eso nubla un balance emocional, que es lo único que aquí se analiza.
Prometo que esta entrada pretendía ser un homenaje y no una defensa a vuelapluma. No me ha salido. Se va Quique y con su marcha, en mi opinión, una oportunidad única de unir, porque razones ha dado, y de rellenar ese gap generacional que existía entre los que vieron al Atleti grande y los que no. De tender un puente hacia esa gente para la que, el Doblete, sonaba a mito y tierra prometida.
Porque, como ya he dicho en otros foros, sólo hay sombras donde hubo luces. Y es triste ver como muchos para justificar esa oscuridad, se apresuran a apagar las velas que quedaron encendidas. Lástima que no entiendan que el humo les señala. Uno, cada vez más, empieza a entrar en el Calderón y a imaginar las palabras que saludaban a aquellos que se adentraban en el Infierno de la Divina Comedia de Dante.
“Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”
Ese infierno en el que nos consumimos y del que muchos no ven, siquiera, las señales de humo.
Por: Jesús Salido / @JesusSalido
Don Jesús:
Yo tampoco entiendo la división que el adiós de Quique ha provocado entre la afición.
Uno, que ya va teniendo unos cuantos años, sabe que la división sólo provoca enfrentamientos inútiles, en cuanto que las energías se consumen en balde.
Agradezco a Forlán y a Quique el trabajo realizado. Y que la temporada pasada, al menos durante un tiempo, volviéramos a ver a un Atleti campeón.
Será difícil encontrar un entrenador que nos lleve a la victoria en dos finales, así como será casi imposible fichar a un delantero de la categoría de Forlán.
A Quique se le acusa de tribunero porque defiende al Atleti, porque se pone una bufanda rojiblanca, porque sale a agradecer al público, que libre y voluntariamente se quedó durante un cuarto de hora a cantarle. Si no lo hubiera hecho, ¿de qué se le acusaría? ¿De madridista? ¿De antiatlético?
Un saludo don Jesús y enhorabuena por el artículo.
Toda la razon en este articulo.
A Quique Sanchez Flores tan solo le persiguen los perjuicios de parte de nuestra gran afición.
En mi opinión, si cuando pudo se hubiera plantado ante las equivocadas decisiones de la directiva, es posible que se hubiese quedado. Pero esa, es otra historia.
Saludos.
Muy entrañable y emotivo leer a un Quiquista incondicional, de los de verdad, de los de siempre, encararse a la realidad de esta manera.
Me encantaría saber dónde han estado los que le recriminan un pasado «limpio» durante éstos 14 años. Cuántos de ellos estuvieron ahí de verdad en los momentos de vacas flacas, y cuántos dieron la espalda al club de sus amores, a SU club (y no el de ningún entrenador forastero).
Es incomprensible el empecinamiento por adorar al hijo biológico y marginar al adoptivo. Claro, que un atlético nace, no sé hace. Es física y emocionalmente imposible que una persona se encariñe con el glorioso. Claro, claro, que Radomir era un colchonero de pro desde mucho antes del 95…
Así nos ha ido, así nos va y así nos irá.
Ya te he robado un poquito de protagonismo, Trovador. Es imposible estar más de acuerdo contigo en todo. Un 11 te doy.
Un saludo
Muy acertado el artículo. Desde luego no soy de los llamados Quiquistas, pero el que no vea que este señor tiene muchas más luces que sombras y que ha respetado el escudo y al Atleti mucho más que gente que dice ser del atlético es del género absurdo. Yo estoy muy contento por la despedida que se le dio a este señor el otro día. Solo que queda por decir: GraciasQSF