«Ganar la décima es algo más que ganar la Copa del Mundo«. Así de rotundo se expresaba Íker Casillas, capitán del Real Madrid y, también, de la selección española el 24 de mayo. El hombre que ha tenido el honor de recoger las tres copas internacionales ganadas por España en los últimos seis años pronunció unas palabras que, leídas con la perspectiva que ofrece el paso de cuatro semanas y con el desarrollo de los dos partidos que España ha jugado en el Mundial de Brasil, adquieren un significado extraordinario. Indican en qué lugar tenían puesta la mente el capitán, insisto en recordarlo, de la selección española.
Si enlazamos estas declaraciones con las de ayer de Xabi Alonso: «La cuota de alegría ya estaba agotada» empezamos a comprender que lo que ha pasado en el Mundial no es fruto de la casualidad, ni del cansancio ni de otras circunstancias que no sean las que nacen de que algunos futbolistas, los más veteranos e importantes, no fueron a Brasil con la ilusión y con la energía necesaria para defender el trono mundial.
Más allá de los resultados negativos, lo que ha causado verdadero enojo entre la afición ha sido comprobar que se ha perdido el estilo y el espíritu competitivo que nos ha llevado a reinar durante seis años en todas las competiciones internacionales.
Caer era lo normal porque ninguna selección ha sido capaz de cerrar con éxito dos Eurocopas -o dos Copas de América- y dos Mundiales. Lo que ha sido doloroso ha sido la forma de hacerlo. Los hechos, a veces, son inevitables, las formas en la que se producen pueden dominarse si se tiene la voluntad de hacerlo. Y España no la ha tenido. Ha dejado que los acontecimientos la arrollaran y la humillaran.
En el centro del debate queda Del Bosque. No le quito ni un gramo de la responsabilidad por el simple hecho de que quien más manda más deber tiene. No se atrevió a realizar la renovación necesaria que debió producirse tras la Eurocopa de 2012. Lo intentó, pero muy tímidamente, con la incorporación de Koke y Diego Costa. Sin embargo, se dejó a otros como a Llorente, a Gabi y a Iturraspe. Ni les hizo un favor a los jugadores que llevó a Brasil y que debieron quedarse en España ni ellos se lo han devuelto. El futbolista es egoista por naturaleza, decía Luis y, como en tantas otras cosas ¡cuánta razón tenía! Si no estaban preparados para competir en el Mundial debieron ser honrados con el seleccionador y con España y no lo hicieron, he ahí su gran culpa.
Queda pendiente, ahora sin remedio, dar paso a una generación nueva. Algunos futbolistas de los que hay esán continuarán porque se lo merecen, otros, reconociendo su gran contribución a los éxitos de la selección, han puesto un triste epílogo a su carrera en la selección.
Todo el mundo lo sabia y se veía venir, pero nadie se atrevió a denunciarlo y todo el mundo trago de nuevo con la dictadura deportiva y periodística que ejercen con mano de hierro los dos caciques del futbol Español.
Totalmente de acuerdo con tu articulo, pese a ello, y pese a estar convencido que con un entrenador tipo Luis otro gallo habría, y les habría, cantado, creo que del Bosque debe seguir y hacer él el cambio, está dolido, y se siente traicionado por muchos, y por ello es el más adecuado en incorporar a nuestro estilo a thiago, isco, de gea, e incluso gabi, si rula dos años, pues que rule, mejor que el alonso de hoy seguro. si no… que entrenador traemos? hemos encontrado un estilo reconocible, debe evolucionar y mejorar, pero debe ser nuestro.