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Ayer comí con la seguridad de que Abel no seguiría siendo entrenador del Atleti. Los medios informavitvos aseguraban que Laudrup era el candidato con más posibilidades de asumir el mando deportivo.

Quique Flores vuelve a tomar fuerza y también Spalleti, que en su día entrenó a la Roma, pero quien se atreva a hacer una apuesta sobre quién ocupará el puesto de entrenador del Atlético, que levante la mano.

Cené con la seguridad de que, al final, mantendrían a Abel en el puesto hasta el sábado, porque Laudrup rechazó la oferta del banquillo rojiblanco. Y desayuno, con la seguirdad de que Abel se marchará porque en el club tienen un cabreo de mil demonios con él.

Eso sí, no me preguntéis a que entrenador prefiero, porque no tengo ni idea. Todos me parecen buenos y malos a la vez. Hasta Laudrup me parecía bien, más que nada, porque no tiene nada que ver con el Atlético, y así quizás tendría menos miedo o menos prejuicios para ventilar el vestuario rojiblanco que buena falta le hace.

Hablando de jugadores. Si cuando Florentino llamó a Cerezo o a Gil, para preguntar por Forlán, le hubieran dicho danos, por ejemplo 18 millones y a Negredo, hubiéramos quemado el Calderón, pero hubieran acertado. Forlán no quería quedarse y eso está más claro que el agua clara. No es sólo un problema de entrenador, sino también de forma física de algunos jugadores y de actitud de la gran mayoría.

¿Por qué no se renueva a Leo Franco un año o dos más, esperando a que De Gea pueda adquirir más experiencia? En una temporada en la que el argentino lo hizo mejor que ninguna de las anteriores.

Si sumamos 18 y 5, nos salen 23 millones para poder gastarlos en un par de futbolistas en condiciones. Sergio Asenjo no era necesario y Forlán no se quería quedar, así que para mí el que de verdad se tendría que ir es Pitarch, de una vez y para siempre.