forzaatleti

En esas horas largas previas a todo lo importante los adjetivos sobrevuelan tu cabeza intentado posarse atropelladamente; luchando por describir lo que viviremos mañana. Son momentos de liturgia. De preparación y recogimiento. Instantes en los que se afilan las armas con el espíritu sereno y calmado por el bálsamo que siempre otorga la cercanía de lo inevitable. Cuando el hoy y el mañana casi se tocan no hay marcha atrás. Estás aquí, pero pronto estarás luchando, que es lo mismo que decir que ya estás luchando.

Y es entonces cuando piensas que ser duro no es suficiente. Que la magia no existe pero que lo más cercano a ella es lo que consigues cuando luchas más allá de tu resistencia. Cuando tú lo das todo cuando nadie daría nada.

Es entonces cuando comprendes que el fútbol es como el boxeo: para ganar hay que moverse hacia atrás, como explicaba el eterno Dupris. Que a veces la mejor manera de dar un puñetazo es retrocediendo pero que si retrocedes demasiado al final ya no estás luchando. Que, como dijo Tyson, todo el mundo tiene un plan hasta que le pegan en la cara. Por eso has de pegar primero.

Es entonces cuando comprendes que el cholismo es cuestión de respeto. De ganarnos el nuestro y quitárselo al contrario. Que nuestro fútbol, como el esfuerzo, no se negocia: se impone. Nosotros no jugamos: invadimos. Y no ganamos: conquistamos. Que nuestra defensa no pide permiso porque coge lo que le corresponde y nuestro ataque no pide perdón porque obtiene lo que se merece.

Es ahora cuando miras hacia atrás y sientes que mientras quede algo por hacer, no has hecho nada.

Es ahora cuando afilas tu garganta para mañana cortar la noche de Londres y hacer de ella terciopelo en el que envolver tu victoria.

Es ahora cuando recuerdas porque eres del Atlético y sonríes por dentro estirando el alma. Abraza este momento porque a la Victoria nunca le gusta llegar sola.

La suerte está echada. Pero nosotros mañana somos los que levantamos las cartas.