Querido Raúl García,
sirvan unas palabras torpes para disculparme antes de bajarme del carro de todos los que le alaban y destacan su fantástica temporada (van más bien tres seguidas por mis cuentas y cada una mejor que la anterior). No es que no quiera estar subido al club de fans superpoblado que le ha surgido de debajo de las piedras, no es eso mire usted. Es que creo que no merezco estar en ese vagón de los que afirman ser unos iluminados que siempre creyeron en usted.
Verá, yo al igual que muchos me ilusioné cuando allá como hace 7 años llegó usted con 20 años, cartel de diamante en bruto del fútbol patrio y una carrera incipiente prometedora. Me ilusioné con ese jugador que era uno de los grandes activos en su equipo de procedencia y en las divisiones inferiores de la selección.
Empezamos a hacer las cosas mal todos por no saber ni qué pedirle, ni cuando. El entrenador rival que mañana podrá saludar (seguro que sin rencor) antaño fue el jefe y se le ocurrió la feliz idea de colocarle toda la responsabilidad de creación en sus jóvenes hombros. Partido tras partido descolocado en el campo vio como se nos hacían rotos en nuestra paciencia raída. Cada pase fallado una lluvia de pitos. Cada balón recibido en mala posición y no resuelto con brío, abucheos e insultos. El equipo no daba la talla y usted estaba en ese equipo en el centro de la mayoría de las críticas. Con el que más se ensañó la crítica anónima y un poco cobarde de las multitudes fue con usted. Ese mismo estadio que hoy le aclama recordamos abochornado como le pitaba cómo si jugara para nuestro peor rival. Yo me bajo ya del carro, no merezco estar.
¡Que años de mal fútbol, recuerda! No es excusa, no. Bueno o sí tal vez un poco. En esos años no teníamos paciencia con nada ni con nadie y muchos buenos futbolistas pasaron por la trituradora de estrellas que era la camiseta rojiblanca. Ninguno más que usted ha resurgido de la nada, del constante rumor de traspaso de saldo, de la carta de libertad para dejar de pagar la ficha, nadie ha vuelto más que usted para cerrarnos las bocas y crearnos esta sensación de culpa que a mi no se me quita y creo que merezco como penitencia.
Pero mire usted, no sólo ha tenido la calidad futbolística para ganarse 55.000 corazones cada dos domingos y varios millones más que le ven maravillado su entrega de fe, físico y fútbol (la trinidad cholista) cada fin de semana por la televisión sino que lo ha hecho sin quejarse jamás y sobreviviendo a las mayores tempestades. Nunca un mal gesto, nunca una mala palabra. Me maravilla su capacidad para seguir tratando de hacer las cosas bien en silencio y con humildad para acabar levantando a un campo entero que ha tardado 7 largos y seguro que tortuosos años en reconocer su valía.
Sepa usted que como compensación muchos de nosotros nos sentimos más en deuda con usted que con nadie porque sabemos que fuimos injustos y aún así usted ha sabido perdonar y nos ha seguido queriendo celebrando los goles y éxitos sin rencor, Usted que ha sobrevivido a varios entrenadores y decenas de jugadores, como un «last man standing», tiene todo para ser un jugador de leyenda. También tiene todo para convertirse en una lección para los aficionados del odioso fútbol moderno y su afán desmedido a criticar todo lo que no sea éxito inmediato. Esa urgencia tremendista es una lacra que arrastramos los aficionados contemporáneos y nos hace fatalistas al mínimo contratiempo.
Me vas a permitir que me despida tuteándote un poco. Raúl, gracias por ser tan bueno dentro del campo pero sobre todo por ser mucho mejor que nosotros fuera de él y por esperar pacientemente este día en que todos con gesto de culpa nos levantamos y te despedimos del campo levantados ovacionando tu cambio aplaudiendo hasta que nos duelen las manos. Es poco pero es un comienzo. Para que nosotros también podamos algún día perdonarnos. Seguimos en deuda aunque sé que usted ya nos ha perdonado.
A mi el fichaje de Raúl García me dio 100 patadas. 12 ó 15 millones (no recuerdo) por un chavalote del norte que no había demostrado nada me parecían una barbaridad pero la primera temporada de Raúl García fue muy digna y mostró una raza brutal. Siempre era el primero en ir corriendo a sacar el balón de la red para ponerlo en en el centro del campo (cuando encajábamos un gol). Miraba a sus compañeros, daba palmas y los encoraginaba.
Casi nadie ha defendido a Raúl García, podría señalarle con el dedo a todos sus detractadores, algunos todavía lo son, aunque ahora callan. Sólo mi amigo Alberto le defendió siempre.
Personalmente nunca he sido muy crítico con él tampoco su paladín. Creo que el rol de mediopunta sin responsabilidades en la creación que adoptó en su cesión en Osasuna le vino bien y así juega ahora en el Atleti. Suma y aporta y eso es lo importante. Insisto, como nunca le pité ni rajé contra él poco tengo de lo que retractarme.
El otra día en el partido contra el Milan, algunos comentaristas llegaron a sugerir que debería ir a la selección.
Yo creo que la enorme mayoría de seguidores le pitó y no le respaldó. Las razones ya las he dado pero nonson excusas.
Creo que lo honesto para los que no fuimos defensores de RG8 es entonar el mea culpa y eso he pretendido.
La grandeza está en saberse falible y rectificar.
Un saludo compañero.