Copa del Rey
Octavos de Final
Atlético 2
Valencia 0
Atlético: Courtois, Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis, Tiago, Gabi, Sosa (Koke, 57'), Arda Turan (Rodríguez, 81'), Raúl García, Diego Costa
Valencia: Guaita, Barragán, Ricardo Costa, Mathieu, Bernat, Javi Fuego, Parejo, Feghouli (Piatti, 66'), Míchel, Cartabia (Alcácer, 55'), Hélder Postiga (Dorian Pabón, 77')
Goles
1-0 Godín (52')2-0 Raúl García (89')
La jugada más sintomática de todo el partido fue la última: un defensa del Valencia recogió un balón cercano al córner derecho de su campo. Allí, como lobos hambrientos, acudieron Filipe Luis y Cristian Rodríguez. Presionaron y se tiraron al suelo como si aquel balón fuera el más decisivo de sus vidas, el último del partido. Lo era, pero no como pudiera parecer para cualquier persona que acabara de asomarse a ver la escena. Su equipo ganaba el partido por dos goles a cero y la eliminatoria estaba sentenciada desde hacía diez minutos. Los futbolistas atléticos son robots en cuya memoria ROM está grabado el mensaje: “El esfuerzo no se negocia”. No atienden otras órdenes que las de correr sin descanso y pelear cada balón hasta quedar exánimes. El minuto que marque el reloj carece de importancia.
El Atlético de Madrid ha perdido chispa en este mes de enero. Ésa que hace que los futbolistas lleguen una centésima de segundo antes que el oponente a un balón, la que permite llegar en plenitud física a un remate a portería. Ahora gana los partidos con menos solvencia que hace un mes. Antes se ganaron por superioridad, actualmente se ganan por machaconería.
El Valencia necesitaba algo más que volver a demostrar voluntad y el buen manejo de la pelota que exhibió en Mestalla la semana pasada si quería resolver la eliminatoria a su favor. Tenía que convertir esas buenas cualidades en goles. Una misión casi imposible si enfrente está el Atlético de Madrid con Courtois en la portería protegido por una línea defensiva que supera la perfección.
El encuentro tuvo muchas más alternativas que el primero en cuanto al dominio del juego. Más espeso por parte de ambos en la primera mitad. Más entretenido en la segunda cuando el gol de Godín, tras un saque de esquina magistral lanzado por Gabi, hizo más urgente la reacción del Valencia.
Raúl García pudo poner el sello de «misión cumplida» en la eliminatoria al poco del gol de Godín. El poste izquierdo del arco de Guaita lo impidió. Y entonces, el partido se volcó hacia la portería atlética. Los valencianistas evidenciaron que tienen un buen conjunto liderados por Mathieu en la defensa y Parejo en el centro del campo. Hasta ahí. Su orfandad en la delantera le hará perder muchos encuentros si Peter Lim no lo remedia en lo que queda de mes.
El Atlético aguantó estoicamente la secuencia de ataques del Valencia. Gabi estuvo monumental, generosísimo en el esfuerzo, omnipresente en todas las zonas del campo, hasta el punto de que me pregunté si no sería que había más de uno en el terreno de juego.
Las pocas salidas que pudieron realizar los colchoneros en esta segunda mitad vinieron por la zona de Filipe Luis, al que últimamente se le había visto algo fatigado, pero que ayer recuperó con plenitud su habitual juego. En algunas ocasiones pudo conectar con Arda y con Diego Costa generando peligro, aunque en ninguna de ellas pudieron consumar el gol.
Ante las enormes exigencias que les propone Simeone, los jugadores responden con honradez y profesionalidad como si no costara, como si no doliera. No me extraña que ayer, en la conferencia de prensa, diera voz a todos los aficionados y les dijera: “Son un equipo de hombres”, “Se puede jugar mejor, se puede jugar peor, pero no se puede tener más compromiso que el de estos jugadores”. A lo que yo me sumo con un rotundo, sencillo y emocionado: gracias.
Foto de los jugadores atléticos celebrando un gol: Club Atlético de Madrid.
Hemos empezado la crónica de idéntica forma Julio. Quedándonos con la misma jugada. 🙂
Curioso, pero es que esa jugada define a la perfección la esencia de este nuevo y triunfante Atlético de Madrid.
«Así los quiere el Cholo», me dijo mi padre. Y tiene razón.
Un abrazo!
Así es José Ignacio. Es la jugada que define el espíritu del Atlético, el que nunca se debería haber perdido.
Abrazos.