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Catorce años eran muchos para los seguidores rojiblancos que habían esperado tanto tiempo este momento. Por ello, ninguno quiso perderse la gran fiesta que preparó la entidad para sus fieles seguidores. Y nadie faltó. Desde las cinco y media de la tarde hasta las nueve de la noche, con colofón final con el dios Neptuno, miles de corazones acompañaron a los jugadores para celebrar la décima Copa del Rey del Atlético de Madrid.

Tras tocar el cielo el pasado viernes, los jugadores se merecían una fiesta a la altura de la hazaña conseguida. El recorrido comenzó puntual, a las 17:30 horas en el Vicente Calderón. A partir de ahí la marea rojiblanca empezó a dominar la capital; padres con sus hijos, ancianos y jóvenes, no querían perderse esa copa que, sólo con mirarla, hace que se te escape una sonrisa. Los jugadores tras darse un baño de multitudes en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento, llegaron a la plaza de Neptuno sin saber lo que le esperaba.

En la plaza de Neptuno llegaron a reunirse hasta 55.000 aficionados que esperaban la llegada de sus héroes. La espera se hizo más amena gracias a la presencia de Carlos Jean que, con su música y su lado más atlético, comenzó a calentar las gargantas de los aficionados. A las 20:10 horas llegaba el autobús descapotable de los colchoneros bajo el cántico de “¡Atleti, Atleti!”, unos jugadores grababan al no dar crédito de la gran marea rojiblanca, otros se dejaban llevar con los cánticos de la afición y, otros, como el “Cebolla”, encendían una bengala iluminando a Neptuno con una preciosa luz roja. Los primeros en saltar al escenario fueron los héroes del Balonmano; Kellman, Canellas, Aguinagalde y Hombrados mostraron la Copa a sus seguidores. Luego llegó el tiempo del fútbol, uno a uno fueron llegando los miembros de la plantilla hasta llenar el escenario.

Una vez todos, se pudo observar como Diego Costa no paraba de jugar con los hijos de Miranda; Juanfran junto a Koke, asombrados con la gran multitud presente; o como a los canteranos Manquillo, Saúl y Óliver no había quién le quitase la sonrisa de la boca. Aunque el alma de la fiesta fue, sin duda, Arda Turan. El turco saltó al escenario bailando, rodeado de las banderas de Turquía y Azerbaijan, con unas peculiares gafas de sol y, sobre todo, con su nuevo peinado que levantó a toda la afición para cantar más fuerte que nunca.

Acto seguido se pasó a un momento más institucional, tocaba escuchar las palabras del capitán y del míster. El primero en coger el micrófono fue Gabi, casi ronco, tuvo unas palabras para los presentes: “Agradeceros a todos el comportamiento que tenéis día a día con este gran equipo, para mí es una ilusión defender estos colores, soy uno más de vosotros con la suerte de poder defender estos colores en el campo”. Luego fue Simeone, tiró de historia y tocó el corazón de los aficionados: “Lo mejor que tenemos los atléticos es que nunca hemos dejado de creer, han pasado 14 años, pero nunca hemos dejado de creer. Nosotros creímos que podíamos ganar y lo hicimos en el mejor momento que lo teníamos que hacer, en una final y en el Bernabéu”, con estas palabras la plaza se vino abajo con el cántico de ‘¡Ole ole ole, Cholo Simeone!’ al que el argentino respondió con gestos de agradecimiento.

El momento culmen lo protagonizó Gabi, cuando se acercó a Neptuno, le dio un beso y le puso la bandera a la espada y la bufanda en el tridente. Otro año más, los rojiblancos disfrutaron de un nuevo título y de sus grandes estrellas; ahora toca presumir de nuestros colores porque nos lo merecemos. En tres años hemos ganado cinco títulos, no es una ilusión sino una realidad y, lo más importante, que el próximo mes de agosto se puede conseguir la sexta copa, la Supercopa de España. Entonces, ¿Por qué no soñar más fuerte?.