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El Atlético de Madrid solventó el trámite del partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey. Lo hizo sin ninguna brillantez, en un partido realmente aburrido para el espectador. Bendito aburrimiento si éste se produce porque el Atleti traía un resultado muy favorable del partido de ida. Se puede echar de menos las emociones fuertes de otras temporadas en los que se pasaban apuros o siempre se tenía la incertidumbre del resultado y de la clasificación. Desde luego yo no lo cambio. Ya vendrán las emociones fuertes, no desesperen.

Simeone no concedió ninguna opción al rival desde el momento que anunció en conferencia de prensa que jugaría Falcao, lo que unido a la capitulación que Luis García hizo pública daba a entender bien a las claras qué partido íbamos a ver.
Al Getafe le duró la intensidad diez minutos. Transcurrido ese tiempo el Atleti controló el partido a su antojo y en ningún momento pudo atisbarse que pudiera ocurrir una sorpresa.

Sólo pueden destacarse un par de cuestiones. Una, que hacia mitad de la primera parte se abrió la veda para cazar y capturar a Falcao. El delantero sufrió varias entradas muy feas, impropias de un partido en el que el Getafe se había rendido de antemano.
La otra, que Simenone no dio opciones de jugar a los canteranos que tenía como reservas. A Falcao le sustituyó nada menos que Diego Costa y a Arda, Gabi.

El técnico ya ha demostrado en otros partidos que no quiere dejar nada al azar. Los canteranos jugarán cuando estén preparados y, a su juicio, aún no lo están. Creo que hay poco margen que discutir a un entrenador que ha ganado todas las eliminatorias que ha disputado con el Atlético de Madrid. Estoy convencido de que Simeone no mira, a la hora de hacer las alineaciones y las convocatorias, si el futbolista pertenece al equipo filiale o no. Valora si el jugador va a ofrecer al equipo lo que necesita. El día que estén preparados, jugarán. Mientras, tendrán que seguir aprendiendo y preparándose.