Del partido frente al Villarreal, pocas cosas se pueden sacar más en claro que el hecho de que el equipo ha mejorado. En esta misma página se pedía para el Cholo Simeone el beneficio de la duda tras un partido en Málaga que no nos ayudó a digerir los mazapanes y los polvorones. Tampoco será hoy el día de hablar del mesías rojiblanco y del ansiado fin a todos los males. El Atlético ganó bien, jugando bien, dejando grandes destellos de calidad en algunos momentos pero ante un rival que no ofreció resistencia.
Tras lo visto en el Calderón, mucho va a tener que trabajar Molina en un Villarreal que, hasta hace unos meses, era una balsa de aceite, clasificación para Champions incluida, con unos futbolistas que eran la envidia de media Europa y que ahora se encuentra con el agua al cuello y metido de lleno en los puestos de descenso a Segunda división. Desde aquí, la mejor de las suertes para el bueno de Molina.
Pero, si algo ha conseguido Simeone en estas semanas, ha sido cambiar la mentalidad de una plantilla clínicamente muerta y suministrar grandes dosis de raza y caracter. Curiosamente, aquellas fortalezas que hicieron del argentino un futbolista inolvidable en el Vicente Calderón. Me llamaba mucho la atención saber quién sería el futbolista encargado de hacer de Cholo Simeone en el propio sistema del Cholo Simeone. Pues bien, 180 minutos después, podemos decir que, aunque su posición en el campo no sea la misma, los galones han recaído en Tiago, y, a juzgar por lo visto ante el Villarreal, es una misión que le va al pelo al portugués.
Podríamos hablar de varios futbolistas que brillasen el pasado domingo: Diego, Adrián, Arda, Falcao… Sin embargo, de todos ellos se esperaba un comportamiento así por lo que se espera de su rendimiento y por lo visto durante lo que llevamos de campaña.
Fue Tiago el que más ha sufrido el cambio de la llegada de Simeone. De ser un jugador más para Gregorio Manzano, con más sombras que luces, ha pasado a ser indiscutible en un puesto que no a todos convencía cuando se empezaba a hablar de la posibilidad de que ocupase el ex de la Juve.
Desde que aterrizó en el Atlético, la trayectoria de Tiago ha sido de todo menos estable. Generó dudas cuando llegó cedido por sus malas últimas temporadas (un caso similar al de Diego este año), pero destapó su tarro de las esencias y se convirtió en fijo en Liga y Copa, donde lloró amargamente aquella muestra de fidelidad de una afición que no quería parar de arropar a sus derrotados ídolos en el Camp Nou.
Y cuando parecía que el idilio sería de los de ‘para siempre’ y se consiguió una nueva cesión, Tiago no fue el mismo la temporada siguiente. Su rendimiento bajó muchos enteros y la titularidad dejó de ser algo habitual. Falta de continuidad en su juego, tarjetas innecesarias y, sobre todo, la sensación de que había olvidado todo aquello que sintió solo unos meses antes.
Cuando peor estaba a relación, Tiago logra aquello que había deseado durante dos años: fichar definitivamente por el Atlético… Pero Manzano no confió en él. Todo parece cambiar ahora con el Cholo, que no deja de elogiar al portugués. Quiere que sea su líder, su prolongación en el campo, el hombre en el que nazcan todos los ataques del Atlético y el encargado de garantizar que la labor de Diego o Arda luzca más, arropándoles y haciéndoles sentir más seguros en caso de que se pierda la pelota.
Tocará ver cómo soluciona Simeone la baja del portugués en Anoeta por amonestación de amarillas. Quizá sea el momento en el que Koke tenga la oportunidad de demostrar que ha madurado y que ya sabe lo que es ser jugador del primer equipo del Atlético de Madrid en un campo complicado, lejos del aplauso fácil de una grada que espera lo mejor de él pero que no termina de ver una respuesta por su parte en forma de buen fútbol.
La conversión de Tiago de actor secundario en protagonista es un reto fascinante y arriesgado pero, ¿acaso alguien se esperaba una temporada como la del Cholo cuando Antic le entregó los galones del centro del campo del Atleti el año del Doblete?
No me fío de Tiago. Siempre hace igual. Juega bien unos partidos, se hace con el puesto y luego a dormir.