Mucho se ha trajinado estos días, tras las aplastantes victorias de Real Madrid y Barcelona, el recursivo tema del reparto de los derechos televisivos y las enormes desventajas que ello supone. Desde el punto de vista Atlético, la cuestión no es en absoluto baladí si tenemos en cuenta que, el nuestro, es el tercer equipo por ingresos de esta naturaleza y se encuentra, a nada más y nada menos, que a unos 100 millones de euros del duopolio. Semejantes diferencias, como nos hemos cansado de ver en los últimos días, no tienen parangón entre las principales ligas competitivas, que, precisamente, por eso lo siguen siendo.
No entraremos a valorar -al menos, no ahora- lo evidente, esto es, la grave distorsión que provoca tal reparto del pastel que raya los límites de la adulteración deportiva. Sí que merece la pena, por el contrario, dedicar una breve reflexión sobre todo lo dicho hasta la fecha desde los mentideros rojiblancos con mayor o menor acierto.
En efecto, si bien es cierto que el reparto sonroja con solo ver las cifras, tampoco debemos caer en el victimismo barato que se atisba estos días y en el que muchos se han acomodado, como una reivindicación lógica y un escalón más sobre el que cimentar esa Torre del Pupismo desde la que pregonan sus lamentos. Los ingresos televisivos, y su lógico impacto en el presupuesto del Club, no pueden consignarse como único estandarte a enarbolar, ni en único argumento con el que combatir. Las razones que han llevado al Atlético a estar donde está son mucho más profundas y, una reflexión basada única o principalmente, en el reparto de los derechos televisivos sería detenernos en el más epidérmico de los análisis posibles.
En primer lugar, y cayendo del lado de la simplificación más absoluta, con los números en la mano el Atlético debería ser tercero. Siempre o, al menos, casi siempre. Dicho de otra manera, debería optar una temporada sí y otra también, al título de esa otra Liga de 18 que conforman los equipos terrenales, alejados del Olimpo televisivo. Cualquiera con algo de memoria puede darse cuenta de que el equipo, en los últimos años, ha estado lejos de un objetivo que, muchas veces, ni era tal. El objetivo es la Champions, comentan, -¡ni siquiera ser tercero!- y uno tiene la sensación de que si se entrara por Intertoto, siendo décimos, también nos valdría. Y que vayan vallando Neptuno.
Por otra parte, el Atlético, merced a unos galones que solo la Historia impone, no puede salir derrotado de antemano en cada enfrentamiento con Madrid o Barça con la injsuticia televisiva por bandera. Ni puede ni debe. Sin excusas. Principalmente porque, la lucha y la hucha, comen en platos separados. En nuestro caso, debería cuanto menos sonrojar, que el equipo saliera de las duchas indignado, en primer lugar, con el reparto de los dineros y no con el resultado en el cesped, tal y como pudimos observar en algunas reacciones por parte de determinados miembros del Villarreal tras el abultado saco de goles que le propinó el Barcelona. Barcelona que, por cierto, cuenta con 8 canteranos entre sus habituales y jugó un partido con 3 defensas. También a veces, la lógica cuenta y la explicación más sencilla es la acertada, que diría Occam y su navaja.
En definitiva, es evidente que la distorsión de cifras es aberrante y que, en el medio plazo, alguna solución deberá plantearse so pena de que nos instauremos, definitivamente y por derecho propio, en una Liga Escocesa capitaneada por los de siempre. En esto el Club debería tomar medidas que a nadie escapan, costase lo que costase. La principal, dejar de apoyar sumisamente esta situación que sólo nos lleva a ser un tuerto más en el reino de los ciegos. La mediocridad siempre fue la excelencia de los mediocres, lema que nos empeñamos en convertir en himno, año tras año. Como diría Joseph Heller “En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran la mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima.” Sustituyan “hombre” por “Club” en la ecuación. Quien quiera entender, que entienda.
Creo, Jesús, que otro de los equipos que está encantado con los repartos televisivos es el Atlético de Madrid, y más en concreto sus dirigentes. Hasta ahora no les hemos oído protestar al respecto, ni creo que les oigamos en mucho tiempo.
Siempre tendrán la excusa de que el R Madrid y el Barcelona están tan por encima en ingresos que el Atlético de Madrid nunca les podrá disputar la Liga. Así pueden vivir en la comodidad más absoluta.
Un abrazo.
Sobre el reparto de estos ingresos y la diferencia tan grosera que existe entre la Liga y las demás principales competiciones domésticas de Europa, hay una cuestión cuya consideración echo en falta casi siempre, si se me permite hablar de este tema en general y no solo desde la óptica rojiblanca.
Esa cuestión no es sino la proporción de televidentes que compran los partidos de cada club en cada una de esas competiciones. Me encantaría saber, del total de ingresos, qué porcentaje corresponde a la compra de partidos de cada equipo y qué relación tiene ese porcentaje con el que se aplica en el reparto de aquellos. Si me planteo este tema es porque (sin datos en la mano más allá del contacto con futboleros de otros países) me da la sensación de que mientras que aquí hay una abrumadora mayoría de aficionados que además del equipo de sus amores (geográficamente o no) se consideran del Madrid o del Barça (amigos colchoneros, probablemente vosotros sois de las pocas excepciones), en Inglaterra el que es del Arsenal, Everton, Tottenham o City ni es ni del ManU ni del Liverpool ni mucho menos se gasta el dinero en com
(Perdón, envíe sin querer antes de acabar ni corregir)
Como decía, ni mucho menos se gastan el dinero en comprar sus partidos. Y lo mismo puede pregonarse, creo yo, con respecto a Italia y Alemania. Y todo ello me da la sensación de que puede dar lugar a que en nuestro país haya una diferencia mucho mayor que en otros países entre lo que se ingresa por la compra de partidos de un par de clubes y lo que se ingresa por el resto.
Repito que lo anterior no es más que una reflexión desprovista de datos y por tanto es casi un pensamiento en voz alta que comparto aquí que, si bien en ningún caso puede justificar la intolerable desproporción existente en el reparto, sí podría servir de excusa a quienes pretendan su mantenimiento.
Julio, comparto absolutamente lo que comentas. En este tema nuestros dirigentes han jugado siempre con las cartas boca arriba. Manteniendo la desproporción, alimentan las excusas que muchos, por desgracia, tragan. Y así nos va.
Aurelio: Puede que tengas razón, ya que ese fenómeno existe. La polarización en España entre Barcelona y Real Madrid es absoluta y afecta a la práctica totalidad de la población. Desconozco lo que ocurre en las mayoría de países pero, al menos en Inglaterra, lo que comentas es cierto. La ciudad, voy más allá, el BARRIO, marca de manera dramática tu adscripción a un determinado equipo. La cultura futbolística también es distinta, y allí el fenómeno de polarización es muy difícil que prospere al no haber una cobertura diaria y cansina del fútbol (diarios deportivos de gran peso, programas radiofónicos nocturnos, tertulias a todas horas…) Aquí, el sistema retroalimenta constantemente la guerra de trincheras. Es una pena.
Muchas gracias por los comentarios!