Pasé la semana dudando si acercarme o no al Calderón para ver el partido del Rácing. La ola de frío, es noviembre, qué quieren, la sinuosa trayectoria rojiblanca en la temporada y la demencial hora a la que se iba a jugar el partido no me animaban mucho a hacer el viaje hasta Madrid. Pero, no ir a ver al Atleti me parece como traicionar a un buen amigo.