El Atlético de Madrid se enfrenta, un año más, al reto de igualar los complicados resultados del curso anterior. En los casi tres años que lleva Diego Pablo Simeone en el banquillo rojiblanco, el técnico ha acostumbrado a la afición a hacer de lo imposible pura rutina. Cuando tomó las riendas en pleno coqueteo con el descenso y la plantilla ya hecha, dio dos títulos continentales. Después borró de un plumazo una maldición que se antojaba eterna ante el eterno rival y en territorio hostil, una Copa del Rey con un alto valor simbólico. El techo parecía alcanzado, pero quedaba la, hasta ahora, traca final: el derrocamiento de la Liga bipolar y una suave caricia al máximo cetro europeo.