Miranda, el amigo con el que siempre se puede contar, que se aparta de la escena cuando no se le requiere y que regresa en el momento que se le necesita. El que vino de Brasil por la puerta de atrás con la sombra de Fabiano Eller persiguiéndole. Miranda, en el que nadie creía, se ha convertido en imprescindible. Trote cansino, como si lo que ocurre en el césped no va con él. Atento en la cobertura, experto en medir distancias, oportuno cabeceador. El futbolista que dio el décimo Campeonato de España al Atlético de Madrid volvió a hacerlo. Un gol, quien sabe si decisivo para un título de Liga al que, final a final, se está acercando el Atleti.