Si creíamos haberlo visto todo dentro de un campo de fútbol: el gol de Maradona, un cabezazo a un contrario en una final de un Mundial, pisotones, escupitajos, peleas, un balón que rebota en balón de playa y acaba en gol, estábamos equivocados. Con el Atlético siempre hay un más allá, una frontera que traspasar, un Rubicón que cruzar, un ridículo más, una risión tan lamentable como escandalosa.