Cuenta la leyenda que un día se reunieron los árbitros y decidieron que los colores las equipaciones de los equipos contendientes de un partido de fútbol no podían coincidir en ninguna de las prendas. No consta en el acta de dicha reunión que los mencionados trencillas hubieran ingerido ninguna sustancia psicotrópica, pero no lo descarten. Resultado de aquél infame conciliábulo es que el Atlético de Madrid jugó en Pamplona con camiseta negra -con la publicidad en amarillo-, pantalón azul y medias rojas. Un insulto a la liturgia del fútbol