Kun, Kun, Kun, Kun. Es el grito de guerra del Calderón. Nada más salir a calentar se escuchó este cántico. Deseosa estaba la afición de ver de nuevo a su ídolo. Demasiado tiempo sin él. Más de lo deseable y más del que nos podemos permitir. Si me hago 150 km todos los días que juega el Atleti en casa, es en buena parte por ver al Kun. Podrá estar más o menos acertado, pero desde luego que uno no puede despistarse con el vecino de asiento si el argentino está sobre el terreno de juego.