Cuando alguien tímidamente se asoma a los exóticos y en muchas ocasiones preciosos nombres que pueblan las primeras fases de las competiciones europeas es difícil a veces reparar en ciertas “anomalías” que allí acontecen. El Atlético de Madrid inaugura la defensa de su título de Europa League en la temporada 2012/2013 jugando frente a un equipo israelí, el Hapoel de Tel Aviv. Un equipo de un país con fronteras en discusión, internas y externas, que de alguna manera alberga otro “país” dentro con el que comparte un conflicto de difícil solución. Un equipo que situado geográficamente entre países asiáticos y africanos juega en las competiciones que organiza la federación europea de fútbol. ¿Por qué? ¿Cómo es el fútbol en un país tan especial? ¿De dónde sale el Hapoel del Tel Aviv?
Tras la primera guerra mundial los territorios palestinos sobre los que hoy se asienta el actual estado de Israel formaban parte de un protectorado británico (Mandato Británico de Palestino) y ya entonces, como ha ocurrido prácticamente desde siempre, constituía un crisol de culturas, etnias y credos. En esos primeros años del siglo XX se crea entre la población judía de Tel Aviv una organización deportiva y social llamada Maccabi, en referencia a los Macabeos y su grito de guerra Jazak Veematz («Esfuérzate y vencerás»), que llegará a convertirse una institución de enorme influencia en el futuro estado y en la comunidad judía mundial y que dará también origen a los clubes Maccabi de Tel Aviv de fútbol y baloncesto. Bajo el nombre de Maccabi se creará una organización de equipos e instituciones judías (World Maccabi Organization) que será quien organiza las primeras competiciones deportivas en la zona.
En 1920, todavía bajo mandato británico y en un contexto de reivindicaciones políticas y sociales, se funda en la ciudad de Haifa lo que se conoce como Histradut, la Federación General de Trabajadores de Israel. Una organización de sindicatos, de fuerte ideología socialista, que en el futuro se convertirá también en una de las organizaciones con más fuerza e influencia en el futuro estado. Auspiciada por la Histradut se crea la sociedad cultural y deportiva Hapoel (”Obrero” o “Agrupación obrera”), originariamente en Haifa pero luego replicada también en otras ciudades como Tel Aviv, que dará origen a todos aquellos equipos que tienen esa denominación en su cabecera. Los clubes deportivos Hapoel entraron originariamente en la órbita de la organización Maccabi pero enseguida se desmarcaron, fundamentalmente por razones políticas, creando una red independiente. En febrero de 1928 se celebra el primer derbi de la ciudad de Tel Aviv entre el Maccabi y el Hapoel, plasmándose ya, antes de la propia creación del estado de Israel, una rivalidad deportiva, geográfica y política que durará hasta nuestros días. El Hapoel, haciendo honor a su origen de lucha del proletariado, juega desde sus orígenes con el color rojo y luce en su escudo la hoz y el martillo, símbolos todos ellos que permanecerán hasta el día de hoy aunque en el actual emblema un estilizado atleta se interponga entre la hoz y el martillo. A sus aficionados se les conocerá como Diablos o Diablos Rojos.
Pero en esos años de autoridad británica el fútbol de Palestina es un conglomerado de equipos no sólo judíos y musulmanes sino también de equipos formados por ciudadanos de origen británico que, pertenecientes a las fuerzas de gobierno presentes en la zona, organizaban sus propios clubes y que lógicamente suponen una gran influencia para sus vecinos en términos futbolísticos. Tal es así que la primera competición que se puede llamar liga en la zona es ganada por el equipo de la policía británica en 1932. Durante esos años se llegó a formar una selección “nacional” que agrupaba miembros de todas las confesiones y que llegó a jugar cinco partidos internacionales con el nombre de Palestina. Hoy en día a esa efímera selección se le conoce como Palestina-Eretz Israel, para distinguirla del equipo que actualmente representa a la llamada Autoridad Palestina.
Toda aquel equilibrio se desvanece en 1948 cuando oficialmente se funda el estado de Israel con las implicaciones geopolíticas que todos conocemos. Los equipos de fútbol se organizan ahora de otra forma creándose la federación Israelí de fútbol, en línea con el gobierno del nuevo estado, y en la que no se inscriben los equipos dentro de Gaza y Cisjordania que se organizan en una federación distinta y que al igual que sus ciudadanos pasan a tener un estatus, llamémosle especial. Los equipos del estado de Israel, así como su selección nacional, se inscriben en la federación asiática lo que les permite participar en las competiciones del continente pero poco a poco surgen los problemas con sus vecinos musulmanes que, a modo de protesta contra un nuevo estado nacido contra su voluntad y al que no reconocen, se niegan a jugar contra su selección oficial. En ese contexto se da el caso insólito de que en 1958 la selección de Israel se clasifique para el mundial sin haber disputado un sólo partido (la FIFA se inventó entonces una sospechosa repesca contra Gales para maquillar el asunto). Pero los clubes siguen evolucionando y escribiendo su historia dentro de la federación asiática y así en 1967 el Hapoel se convierte en el primer equipo israelí que gana la copa de Asia, el equivalente al la Champions League de ese continente.
La situación política se torna insoportable según avanza la década de los 70 y en 1974 la federación de Israel es expulsada de la federación asiática de fútbol. Comienza así un periodo confuso en el que los israelíes quedan en tierra de nadie teniendo que jugar partidos y competiciones enmarcados por invitación de las federaciones de Europa, Oceanía y hasta Sudamérica. Esta situación queda resuelta definitivamente en 1991 cuando la UEFA acepta oficialmente la admisión de Israel en la federación europea.
El fútbol y los equipos de Israel evolucionaron durante todo ese periodo de forma parecida al resto del mundo pero con claras vinculaciones económicas, políticas y sociales derivadas tanto de los orígenes como de la propia situación del país, que seguirán marcando la personalidad de los equipos y sus seguidores. Aquellos con la denominación Maccabi, por ejemplo, estarán muy vinculados con el movimiento de centro-derecha y una forma concreta de entender el judaísmo. Los Hapoel, como hemos visto, mantienen sus conexiones con el partido de los trabajadores y la Histadrust mientras que los relacionados con la sociedad Beitar representan a la extrema derecha que se articula en torno al partido político correspondiente (Likud). También aparece en el espectro, aunque con menor influencia, la sociedad deportiva Elitzur conectada con el partido religioso nacional.
Estas férreas vinculaciones se van difuminando con el paso del tiempo y sobre todo a medida que la titularidad de los equipos pasa a manos privadas. Aun así, el Hapoel será el último de ellos en abandonar sus orígenes (si es que alguna vez lo hace). En la década de los 70 la pérdida de influencia del partido de los trabajadores en la sociedad es notable y el tradicional apadrinado económico con el Hapoel de Tel Aviv se resiente. Es el momento en el que comienzan los primeros problemas financieros lo que supondrá una constante a partir de entonces. A finales de los 90 la institución pasa definitivamente a manos de un consorcio privado de empresarios que pretende la modernización y profesionalización del equipo lo que supone el inicio de una fuente inagotable de conflictos entre los titulares del club y una poderosa masa de aficionados descontentos con la gestión y lo que ellos entienden la vulneración de los valores tradicionales de la institución.
Aunque hoy el Hapoel es el equipo de un montón de personas de distintas localizaciones geográficas, creencias políticas y credos, sigue teniendo una imagen que se asocia con la extrema izquierda lo que queda claramente significado en sus aficionados más radicales. En las gradas es fácil ver los rostros del Che o Marx, la hoz y el martillo o pancartas bien visibles con el lema “trabajadores del mundo uníos”. Es sin embargo uno de los equipos Israelíes con mayor número de seguidores musulmanes reconocidos (fundamentalmente en la ciudad de Jaffa) y de la misma manera es fácil ver en la grada pancartas anti racistas del tipo: “Love Hapoel, hate Racism”. De hecho las relaciones con los aficionados del B’nei Sakhnin (uno de los pocos equipos musulmanes federados en Israel) son excelentes hasta el punto de compartir cánticos.
La particular forma de entender la sociedad de Israel para una gran mayoría de aficionados del Hapoel quedó patente de forma más evidente tras los éxitos europeos del equipo. El equipo consigue llegar en 2002 a cuartos de la copa de la UEFA (posteriormente en 2011 jugará la fase de grupos de la Champions) en lo que supone un hito para el fútbol de Israel provocando que muchos ciudadanos, que no eran aficionados del Hapoel, sintiesen el éxito como propio. Este hecho provoca la reacción de parte de los aficionados del propio Hapoel que no se sienten cómodos con el papel de representar a un país con cuya estructura, forma y espíritu no están del todo de acuerdo. Este fenómeno, presente en la calle, se hace patente en la grada con pancartas en inglés del tipo “Representing Hapoel – Not Israel”.
El Hapoel es el segundo equipo de la ciudad por detrás del Maccabi que además es el equipo más laureado de Israel. Sus principales rivales, por razones obvias, son el propio Maccabi y el Beitar de Jerusalem, equipo situado en la extrema derecha dentro del espectro político y de tradición intolerante con el mundo musulmán. Se da la casualidad de que ambos equipos, Maccabi y Beitar, visten de amarillo por lo que uno de los cánticos más famosos en las gradas del Bloomfield Stadium de Jaffa es el “si no saltas eres amarillo”.
Tiene 13 ligas y 16 copas nacionales lo que le hace ser uno de los cuatro grandes de Israel (junto a los Maccabi del Tel Aviv y Haifa además del Beitar). Actualmente se encuentra en un proceso de incertidumbre y cambio ya que, tras la enésima crisis por problemas financieros, el equipo fue adquirido el pasado verano por un grupo de empresarios encabezado por Haim Ramon, miembro reconocido del Partido de los Trabajadores, integrante del gobierno de Israel entre los años 1983 y 2009 además de reconocido seguidor del Hapoel. Actualmente está en cabeza de su liga dónde ha ganado tres partidos de tres disputados.
(Quería agradecer a Fernado Vara de Rey sus acertados comentarios y correcciones al artículo)
Buenísimo el artículo. Felicidades!!!!!!!!!!
Un gran artículo Ennio. Completísimo y abundante en datos y curiosidades. Sorprende cómo se mezclan política y deporte en Israel.
Un abrazo.
¡Tremendo artículo! Así se hace una previa.
Estupendo artículo. Se agradece información sobre los diversos equipos «exóticos» que nos vamos cruzando por los mundos de la EL. ¡Felicidades!