forzaatleti

Sentado en el sillón de su despacho y con los codos apoyados sobre la gran mesa que presidía el mismo, MAG disfrutaba, por fin, de unos minutos de sosiego. La mañana había transcurrido entre reuniones y conversaciones telefónicas. Unas horas frenéticas. Casi no había tenido tiempo ni para comer.

El despacho era muy amplio. Había un gran ventanal de vidrios tintados que impedía la entrada de los rayos de sol que a esas horas de las tardes del final de primavera incidían con fuerza en la sede del club. Detrás del sillón, un gran cuadro del patriarca y a su izquierda tres banderas: la española, la de la Comunidad Autónoma y la roja y blanca del ATM.

Como siempre le ocurría en estos momentos de soledad recordaba a su padre. JG había sido un hombre de negocios, un hombre hecho a sí mismo. Para su padre, la familia siempre fue lo primero. Casi podíra asegurar que fue lo único. Su familia y el ATM.

Nunca imaginó que llegaría un día en que sería el máximo responsable de la dirección de un club de fútbol. Pero así era en la actualidad. Nunca olvidaría aquella conversación en que su padre le comunicó que le confiaba la responsabilidad de ser el máximo accionista del ATM. En pocos meses, JG dimitiría de su cargo que había ocupado durante casi dos décadas a favor de EC. No era la profesión que MAG había imaginado, pero no podía fallar a su padre y, como siempre, accedió a los deseos del patriarca.

Estaba absorto en sus pensamientos cuando sonó el teléfono. La dulce voz de Paula se escuchó a través del auricular:
– Don MA.
– Sí, Paula.
– Es MGQ.
– Pásame, por favor.

La pretemporada acababa de comenzar y tenía muchos asuntos que resolver. Entre ellos la contratación de un entrenador y de un director deportivo. MGQ era el hombre adecuado para ayudarle a tomar estas decisiones.

El lujoso coche que transportaba a KA y a su HDC se acercaba a la sede del club. Al fondo a la izquierda la catedral de la ciudad que KA había visitado dos veces, no hacía tanto tiempo. A la derecha la Casa de Campo y al frente el estadio.

Entraron al mismo por la misma puerta que tantas veces KA había cruzado. Se bajaron rápidamente y se dirigieron hacia el ascensor que les subiría hasta el despacho.

MAG aún estaba al teléfono. Paula llamó a la puerta del despacho y entró. MAG observó de un vistazo las interminables piernas de Paula, cuya minifalda dejaban al descubierto y el generoso escote de su camisa blanca. Comprendió que KA y su HDC habían llegado. Así que se despidió de su interlocutor y le dijo a Paula que pasaran. Entraron, se saludaron y se sentaron.

KA demudó el rostro al escuchar la respuesta. En ese instante, fue cuando MAG tuvo la certeza de que esto no había hecho sino comenzar.

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En el próximo capítulo de la blogserie Quo vadis, KA?
– ¿Cómo te encuentras?
– No decías que estaba todo acordado con el RM.
– Aún no hemos llegado a un acuerdo, pero las cosas van por buen camino.
– No parece que lo tengas todo controlado, ¿no?
HDC, dio un giro a la conversación y dijo: hay que hacer pública esta decisión. Vamos a pensar cuándo y cómo lo haremos.
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Quo vadis, KA? es una blogserie basada en hechos reales, pero los personajes que intervienen en la misma, los diálogos, las situaciones, los lugares y la trama en sí son fruto de la imaginación de su autor. Cualquier parecido con la realidad es PC (Pura Conicidencia).