Liga
Jornada 30
Osasuna 2
Atlético 3
Osasuna: Ricardo, Nelson, Lolo, Sergio, Monreal, Puñal (Vadocz, 66'), Nekounam, Cejudo, Soriano (Masoud, 76'), Camuñas, Kike Sola (Lekic, 86')
Atlético: De Gea, Ujfaluši, Perea, Godín, Antonio López, Tiago, Mario Suárez, Raúl García, Juanfran (Koke, 83'), Reyes (Assunção, 90'), Diego Costa
Goles
1-0 Kike Sola (31')1-1 Diego Costa (38')
1-2 Diego Costa (61')
1-3 Diego Costa (63')
2-3 Nekounam (pen., 80')
Acostumbrado a no deshacer la maleta ninguna noche y esperar cada mañana la llamada de su representante para cambiar de ciudad en cualquier momento y seguir jugando al fútbol. Con las botas al hombro, entrelazadas por los cordones y el macuto a la espalda ha pateado muchos caminos de España. Sentado cerca de la cuneta, el jersey como almohada y la cabeza recostada sobre una piedra esperaba, pacientemente, un autobús que le llevara a un nuevo destino.
La luz del sol que tenía enfrente le impidió ver con claridad el color rojo del autobús del Atlético de Madrid. Y hasta que no se detuvo delante de él y su sombra no le cubrió el rostro no lo distinguió con nitidez. Había escuchado el ruido del motor, pero no abrió los ojos. Había visto pasar tantos de ellos. Un año Quijote, otro don Juan, no le costaría mucho ser Segismundo y demostrar que aunque la vida es un sueño, los sueños algunas veces se cumplen.
Siempre había jugado por la lesión de algún compañero o como último recurso para remontar un resultado. Anoche su entrenador confió en él para luchar en la batalla que siempre es el partido de Pamplona. A la orden de Quique, Diego Costa se ciñó la camiseta, se caló los calzones y desenfundó las botas. Triunfar o fracasar. Pasar por encima o que te pasen. No hay otra estrategia que ¡a por ellos!
Diego Costa se erigió como la figura del partido. Fue el delantero que necesitaba el Atleti para ganar en un campo siempre lleno de trampas para los rivales. Batallador, peleón y sobre todo certero ante la portería pamplonesa. Tres pases en profundidad, tres disparos y tres goles. Mientras, el auténtico Diego, ídolo no hace tanto tiempo, veía la actuación de el otro desde la banda.
Un Diego que enamora a la fama y al glamour. Sin Forlán el Atleti sería un poco menos, pero Forlán sin el Atleti sería menos de lo que es. Su imagen ha traspasado el terreno de juego y se ha instalado en la revistas de moda y los programas del corazón. Entre el césped y el couché, está una afición que nace, duerme, despierta y muere con el escudo del Atlético de Madrid grabado en el corazón observa con rabia y tristeza como la carrera de Forlán camina hacia un ocaso que él mismo ha provocado.
El otro Diego, acostumbrado a ver pasar sin detenerse los focos que corren, chocan y se agolpan para iluminar a las estrellas vio como, tras el partido, las luces del estrellato giraban 180 grados, oscurecían la fama y el glamour y lo alumbraban a él, un trotamundos del balón. Ayer, anoche, Diego Costa, el Bravo, fue rey por un día. Bravo, Diego Costa.
Para Adriana. Que tus sueños se cumplan.
Genial Don Julio.
Grandísimo retrato del protagonista del partido. Sólo puedo ponerme en pie y dedicarle un merecido aplauso. Se supera usted día a día, permítame decirle.
Un abrazo y siga malacostumbrándonos, por favor.
No me diga eso, don Emilio. Procuro entretenerme escribiéndolas y, por supuesto, que ustedes pasen un ratito divertido leyéndolas. Si me dice usted que lo consigo, pues que me ha alegrado el día.
Un abrazo.
Se lo digo, se lo digo.
Y el buen rato lo garantiza usted, oiga.