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Costaba tanto arrancar a escribir después de la cruel derrota como leer que, efectivamente, nuestros ojos no engañaban y había sucedido. Es por eso que con esta primera línea puramente formal me quitaré yo mi peso y os quitaré a vosotros el vuestro. Se pasó la página de la gran decepción como se pasaron tantas y tantas otras de éxitos y fracasos porque lo bonito del fútbol, de la vida, es que jamás se deja de escribir.

Es lo malo que tiene la filosofía cholista del ‘partido a partido’, que cuanto más te vas fijando en el horizonte próximo, menos te paras a pensar en lo que has avanzado en el camino. Nos quedamos a dos minutos de la gloria pero, entre tanto, ganamos la décima Liga y demostramos a todos que con poco se podía hacer mucho con convicción e ilusión por conseguir el objetivo. Puede que el brillo del reinado europeo nos quitase de celebrar algo realmente histórico como merecía.

Dijo Luis Aragonés cuando el Atlético de Madrid subió a Primera que el club necesitaba una fase de estabilización de cuatro o cinco años pero nadie le escuchó. Las prisas y el reguero de futbolistas mediocres fueron la tónica de unos años dramáticos en los que un gigante se desangraba en la mediocridad tras haber superado la puñalada mortal del descenso.

La llegada de Diego Pablo Simeone permitió recuperar el tiempo perdido a todo tren y creó un grupo por encima de las individualidades. El gran defecto de los años anteriores, estrellas como Torres o Agüero no se rodeaban de secundarios. El argentino cogió futbolistas del montón y les convenció de que, como decía Andrés Montes, la vida podía ser maravillosa y vaya si lo fue. Ni uno solo de los futbolistas que estuvieron bajo su batuta perdió valor durante estos tres años. Todos se  convirtieron en importantes porque participaban de algo común. Todos eran buenos gracias al compañero, ninguno hubiera sido nada sin el otro.

Ahora que jugadores, entrenador y, sobre todo, afición cumplieron con su objetivo es turno para las altas instancias. No creo que la revolución mediática de rumores y ofertas sea cierta al 100% pero sería absurdo pensar que ninguno de los grandes vaya a tocar al timbre de muchos de los jugadores del Atlético. La inyección económica ha sido importante tanto para devolver parte de lo tomado en el pasado como para permitirnos negarnos a vender a jugadores importantes o, en el peor de los casos, afrontar con garantías alguna de las hipotéticas salidas que puedan producirse.

Contra el dinero que puedan ofrecer, jugoso estímulo, el Atlético de Madrid hoy en día puede ofrecer, por fin, un proyecto con un líder sólido y las buenas referencias de quien ha pisado ese vestuario. El reto de jugar en un grande que vuelve a serlo tiene que ser un aliciente que poner sobre la mesa en cualquier negociación.

El verano será movido con total seguridad y las portadas llevarán y traerán a infinidad de futbolistas pero el equipo rojiblanco debe seguir trabajando con la discreción mostrada hasta ahora. De momento, sin hacer ruido, el primer fichaje importante ya está aquí y cuidado porque de salir bueno este Ángel Correa hay jugón para rato.

Este es Ángel Correa, nuevo jugador del Atlético: