Si el día en que Luis Figo emparejó las bolas de Barcelona y Atlético de Madrid nos dicen que el partido de vuelta, en el Vicente Calderón y más vivos que nunca, lo iba a jugar Adrián López como referente ofensivo, alguno acababa en urgencias. Diego Pablo Simeone lanzó el bombazo en plena rueda de prensa y, aunque por dentro todos se extrañaban, nadie pudo rechistar la decisión del Cholo. Cosas de su liderazgo, de su casi deidad.
La filosofía de Simeone es hoy por hoy tan intachable que nadie es capaz de poner ni una coma al hecho de que un jugador prácticamente inédito durante el último mes vaya a jugar -si un milagro en forma de recuperación de Diego Costa no lo impide- como titular el partido más importante de la historia reciente del Atlético de Madrid. Esta era la temporada de su redención tras un mal año, pero, para muchos, fracasó. Cuando muchos dábamos por imposible la misión de recuperación de Adrián, Simeone va y le mete en un bendito marrón para el que esperemos que esté preparado.
Llama poderosamente que en la ida, ante un mismo rival y con los contratiempos de la sanción de Raúl García y la lesión de Diego Costa, Simeone ignoró al asturiano. Jugo Diego, jugó Sosa y el Cebolla y dio la impresión de que antes hubiera puesto a distribuir juego al Mono Burgos o a cabecear córners al Doctor Villalón que dar su oportunidad al comodín de Teverga.
En la cabeza de Adrián, tan frágil en ocasiones para venirse abajo, tan fría en otras para asumir su explosión hace un par de temporadas con la calma de quien baja a por el periódico un domingo por la mañana está una de las grandes claves de la eliminatoria, de uno de los episodios más importantes en la historia rojiblanca. Adrián tiene ante sí la gran oportunidad de volver a ser aquel aprendiz de mago que hizo enloquecer a muchos cuando aún se secaban las lágrimas por la marcha de Agüero y Forlán. Ahí es nada.
Muchos habían perdido la fe en Adrián López. Reconozco que, aún con todo el dolor de mi corazón, me había unido a esa causa de manera irrevocable pero las palabras de Simeone hacen a cualquiera cambiar de opinión. Su seguridad y la confianza que demostró en el asturiano hacen creer al espectador que todo este tiempo, como si de un truco de magia se tratase, Simeone guardaba con cariño y protección a la joya de su corona para ponerla en liza en el momento más importante Ese momento ha llegado, ¿alguien sigue dudando de Adrián?.
La FE del Cholo es irreductible.
Y la forma de motivar a todo el plantes es increible.
Día a día nos va dando lecciones este hombre.
Un abrazo.
Coincido contigo. Conozco a pocos personajes con esa capacidad de liderazgo e influencia. Del primer al último jugador y afición unidos y siguiendo ciegamente su palabra.
Hoy marca.
Neptuno te oiga…