En el horizonte del Atlético de Madrid ha aparecido la visita a San Siro casi de golpe y porrazo. Anestesiados por la filosofía del partido a partido y renqueantes aún por el batacazo copero ante el eterno rival, los rojiblancos tienen ante sus narices una de las grandes citas que el calendario ha deparado para la presente temporada: la eliminatoria contra el Milan. Aún con importantes bajas, Diego Pablo Simeone tiene ante sí un panorama que pocas veces había vivido con anterioridad desde que llegase al Atlético de Madrid: alternativas a su once de gala.
Parece que tres hombres con tres estilos futbolísticos diametralmente opuestos se pelearán por un puesto en el once: el fichaje estrella del verano, el defenestrado resucitado en pilar y el brillante regalo navideño. David Villa, Raúl García y Diego Ribas, tres nombres para un puesto en la alineación de San Siro. Simeone tendrá que elegir y de su decisión dependerá en gran medida el estilo de juego del equipo.
Villa fue el elegido tanto en los partidos de Supercopa como en los enfrentamientos ligueros contra Real Madrid y Barcelona, los cuatro grandes duelos anteriores al mercado invernal. El Atlético aprobó más por el esfuerzo que por las facultades demostradas en los tres choques contra los azulgrana, dejando su mejor actuación para la victoria en el Santiago Bernabéu. El asturiano, si bien no contó con un excesivo protagonismo –exceptuando su gol en la ida de Supercopa-, se convirtió en el complemento ideal para que Diego Costa brillase.
La lesión de Villa y la llegada de Diego catapultaron al brasileño al once titular en la eliminatoria copera contra el Real Madrid. Suspenso absoluto tanto en la ida como en la vuelta –aquí con un once de circunstancias-, y la sensación de que el mejor momento del brasileño está aún por llegar. Porque llegará, que a nadie le quepa la menor duda. Simeone pecó de exceso de ansia por encajar una pieza en un sistema que venía funcionando con precisión de reloj suizo.
Con Villa aún convaleciente tras su lesión y Diego en fase de adaptación a un equipo que, pese a que conoce bien, tiene retoques con respecto al que dejó en 2012, los focos apuntan a Raúl García. No ha hecho demasiado ruido, parecía destinado a ser el actor de reparto ideal, el futbolista al que recurrir en citas menos importantes para ahorrar minutos innecesarios a los protagonistas. Raúl nunca rechistó, ni siquiera cuando los pitos del Calderón hacían inútil cualquier esfuerzo por tornarlos en aplausos.
Pero aquella época ya pasó. Raúl García ha ido cerrando una por una las miles de bocas, con educación y casi pidiendo disculpas por ello, que le veían como indigno jugador del Atlético de Madrid. El nuevo jugador navarro marca, asiste y, brazalete en brazo, para los pies a cualquier rival que ose reírse del club rojiblanco.
Ese nuevo Raúl García tiene ahora todas las papeletas para ser de la partida en una plaza tan exigente como San Siro. Ayudado por las circunstancias pero no por ello de manera injusta, será el acompañante de Diego Costa ante el cuadro milanista. Su premio ha llegado, es hora de disfrutar de él. Te lo has ganado, Rulo.
Y completamente merecido.
Esta cuajando una extraordinaria temporada.
Todos nos alegramos. Somos exigentes porque sabemos que puede.
Enhorabuena por su artículo.
Un saludo.
Pedazo de jugador. No me cansaré de decirlo. Profesional, educado, honrado… me incluyo entre esas miles de bocas que ha cerrado.
Un saludo desde http://www.paseomelancolicos.com