A un lado del ring, calzón verde esperanza, ocho victorias en otros tantos partidos ligueros, dos de dos en Champions, una Supercopa perdida con sabor a victoria y una herida cicatrizada tras ganar el derbi: la ilusión del aficionado atlético. En la otra esquina del cuadrilátero, traje, camisa y corbata a juego en riguroso negro, el hombre del partido a partido, el «no somos favoritos», la prudencia por bandera: Diego Pablo Simeone.
Pasan los días, las semanas y los partidos y no hay quien logre doblegar al actual Atlético de Madrid. El engranaje diseñado por Simeone sigue superando pruebas sin importar el pedigrí del rival ni la importancia del escenario donde se libre la batalla. Sin embargo, para el Cholo, aún no es suficiente. El argentino no quiere relajaciones, «el esfuerzo no se negocia», pero baja al suelo a collejas a todo aquel que ose soñar con algo más que no sea el siguiente envite.
Lo dijo el último técnico en estrechar la mano de Simeone tras caer derrotado, Luis Enrique, que confesó en rueda de prensa lo que muchos piensan pero nadie se atreve a cuestionar al Cholo: «Sin duda, el Atlético es candidato al título». Otra voz autorizada del fútbol español, compatriota para más inri de Simeone, Jorge Valdano, fue aún más allá: «El Atlético definitivamente merece ser tomado en serio. Lo que están haciendo tiene mucho mérito, mucho valor».
Los resultados del equipo rojiblanco sobrepasan nuestras fronteras y hasta el propio Arsene Wenger rinde pleitesía a los méritos del equipo de moda. «Para mí el Atlético de Madrid puede ser una de las sorpresas, puede hacer lo mismo que el Borussia de Dortmund -vigente subcampeón- hizo el año pasado. Incluso habiendo perdido a Falcao, tienen una buena defensa y un muy buen portero. Tiene jugadores realmente buenos en el centro del campo y por supuesto tiene a Diego Costa. Este chico es un animal, puede marcar en cualquier sitio».
Pero cuando se cruzan las puertas del vestuario del Atlético de Madrid el discurso se hace totalmente antagónico. El mejor ejemplo lo protagonizó el canterano Koke. Nada más ganar el derbi, en un momento eufórico para alguien que siente estos colores desde la cuna, fue preguntado sobre las aspiraciones del equipo. “Somos candidatos a ir partido a partido”, espetó. El discurso de Simeone ha calado de un modo casi sectario entre todos los miembros de la plantilla y el cuerpo técnico. Quizá esa sea la gran clave del espectacular arranque de temporada.
Hacen bien Simeone y los suyos en no escuchar los cantos de sirena. La temporada es larga, la plantilla más corta de lo que se podría desear y es inevitable que lleguen los contratiempos. Los objetivos deben estar claros y en este orden: asegurar un puesto entre los tres primeros, soñar con avanzar cuanto sea posible en Champions y pelear en Copa del Rey con el orgullo y el honor de quien defiende título. La temporada podría ser un éxito aún sin visitar al dios Neptuno.
Yo, por mi parte, me uno al discurso ‘Cholista’. El equipo ilusiona pero soñar con algo que, mientras no se demuestre lo contrario, no está al alcance del Atlético de Madrid solo puede traer injustas e innecesarias decepciones. Sigan jugando, sigan luchando y enamorando a la afición en cada partido y en abril ya habrá tiempo de replantearnos la pregunta. Quizá entonces sea momento de cantar aquello que inmortalizó un reconocido atlético como el Lichis, cantante de La Cabra Mecánica: «No me llames iluso porque tenga una ilusión…».
Foto Diego Pablo Simeone: www.clubatleticodemadrid.com
Si cholo dice partido a partido. Pues partido a partido. Eso si, ilusionadisimo.