El Atlético de Madrid, 40 años después -¡quién nos lo iba a decir que fuera tan tarde y a la vez tan pronto!- jugará una nueva final de la Copa de Europa. Toda una vida. Una larga travesía por el desierto dulcificada por algunos oasis y agravada por acontecimientos tristísimos, con los que muchos, me incluyo, pensamos que nunca, nunca veríamos algo así ni viviríamos algo tan emocionante. Al fin, el Atleti encontró a su Moisés que lo ha guiado hasta la Tierra de Promisión: Simeone, por supuesto.
La contratación de Diego Pablo Simeone ha supuesto un cambio en la historia del Atleti, ya se puede decir. No es cualquier cosa decir esto en un club con 111 años de historia brillante en muchos de sus pasajes. Su trabajo, su enseñanza, su fe han hecho posible este auténtico milagro.
Un milagro digo porque nuestro club está a una distancia sideral del poderío económico e institucional de todos los clubes que ha ido eliminando en esta segunda fase de la Liga de Campeones. Milagro, porque hace dos años y cuatro meses estos mismos jugadores fueron eliminados de la Copa del Rey por un equipo de 2ª B y estaban hundidos en la clasificación. Milagro, porque el club venía de estar 15 años en la más profunda de las depresiones sociales, económicas y deportivas de su historia. Pasar de esa situación a jugar la final de la Copa de Europa y estar a dos victorias de ganar la Liga del Real Madrid y del Barcelona no puede considerarse de otra forma que como un milagro.
Un milagro que no es tan milagro para los que hemos estado siguiendo partido a partido la evolución de este equipo. Creemos porque hemos visto la progresión de los jugadores a lo largo de toda la temporada. La fe ha ido apoderándose de nuestra alma. No hemos sido como San Pablo, yendo hacia Damasco, reconozcámoslo. Pero no importa porque el camino lo hemos recorrido juntos, de ahí esa unión tan fuerte entre el equipo y la afición.
El partido resultó justamente lo contrario de lo que fue el primer partido de la semifinal. El Chelsea abandonó la racanería mostrada en el Calderón. Esto propició un partido más movido, más espectacular y más emocionante. El conjunto inglés, dirigido por un buen Hazard, dominó el arranque del encuentro, aunque siempre bien controlado por los jugadores atléticos.
El primer gol pudo llegar bien temprano en un balón bombeado de Koke al área de Schwarzer. La pelota se estrelló contra el larguero en primer lugar y luego contra el poste. El Chelsea no se impresionó y siguió queriendo dominar el partido. El Atleti, sin pasarlo excesivamente mal, estaba a expensas del contrario. El gol del Chelsea llegó en una jugada extraña. Extraña porque aunque William estaba bien cubierto por Filipe y Godín se deshizo de ellos muy fácilmente y pudo centrar al área para que Torres, demasiado solo, rematara a portería batiendo a Courtois. Al Atleti se le ponía la final bastante complicada porque se podía prever que el Chelsea se volviera a echar atrás y que se chocara con el muro.
Eso le pasaría a otro Atlético reciente, pero no a este Atlético de Madrid. Pronto llegó el empate en un momento crucial justo antes del descanso. La jugada del gol fue maravillosa. Primero por la fuerza de Koke tirándose al suelo para recuperar el balón y luego porque el Atleti movió el balón de banda a banda descomponiendo la, hasta entonces, infranqueable defensa del Chelsea. El balón recaló en la izquierda, Arda Turan lo devolvió a Tiago y el portugués cambió el sentido del juego hacia Juanfran. Éste en solo un toque lo devolvió al área y allí un oportunísimo Adrián, previo bote en el suelo, colocó la pelota en la escuadra. Podría decir que renació la esperanza, pero no sería cierto porque nunca se había perdido.
Comenzó la segunda parte y comenzó la exhibición del Atlético. El resultado que tenía le valía para viajar a Lisboa. Lejos de acomodarse, el Atleti puso más empeño aún. Se vino arriba en todos los sentidos: en el juego y en el ánimo. Dio una lección de fútbol, dominando el centro del campo abriendo el juego a las bandas y llegando con bastante claridad al área inglesa. Filipe, incansable; Koke, omnipresente; Tiago, al comando de las operaciones y todos, absolutamente todos desbordaron al Chelsea y unos cuarenta y cinco minutos para la historia.
El penalti anotado por Diego Costa y el gol de Arda Turan, tras un nuevo rechace en el larguero, certificaron un resultado que será por siempre recordado.
Este equipo ha demostrado que todo es posible. Trabajando diariamente, creyendo en una idea y teniendo a todo el grupo comprometido ningún objetivo es inalcanzable. Que nadie piense que el Atleti se va a conformar con estar en Lisboa y ser un convidado de piedra. El Atleti quiere más, lo demostró esta noche y lo demostrará el 24 de mayo en Lisboa. Lo veremos.
Video resumen del Chelsea – Atlético de Madrid. Semifinales de la Copa de Europa 2014.
Foto: Club Atlético de Madrid.
Ha sido un milagro llegar hasta aquí, pero gracias a todo el organigrama técnico y a una plantilla sin complejos estamos ante la oportunidad de nuestras vidas. Ahora el Trampas tiene la obligación de ganar para justificar los fichajes más caros del mundo y eso les va a pesar y mucho. Que pena que Don Luis Aragonés no pueda disfrutar de este momento. Me encantó que los aficionados lo invocasen antes de que Costa tirase el penalty.
Ellos tienen más presión. Hay que aprovecharlo.
No quepo de gozo. Estoy ilusionado, obsesionado, confuso e histérico. Ganar la Liga? La champions? Me cuesta hasta creerlo. Pensemos sólo en el Levante y ya analizaremos en junio, con más calma, la temporada. Me limito a acumular diarios y vídeos.
Eso es lo que hay que hacer, disfrutar.
No todos entendían (entendíamos) la inclusión de Adrián en el 11. Pero era palabra de Cholo. Amén.