De todas las imágenes, vídeos y fotos que he visto sobre Luis, me quedo con ésta. Pelo blanco, más peinado que de costumbre. Gafas de pasta enormes, que casi le ocultan la nariz. La corbata un poco ladeada. La boca abierta en el momento que está dando alguna orden a Soler y a Futre sobre cómo deben hacer el calentamiento.
Luis con zapatos, guantes, pantalones de calle y la pelliza haciendo los mismos ejercicios que los futbolistas. Ése era Luis, comprometido con sus jugadores, con su trabajo, con su club. Sin importarle si la estética era la más adecuada o estaba pasada de moda. Si se reían por debajo sobre su aspecto.
Luis era el Atleti. La historia del Atlético de Madrid no puede comprenderse sin Luis. Nadie ha ganado más que él, nadie ha defendido al Atleti más veces que él, nadie representaba mejor que él ese sentimiento, esa forma de entender y vivir la vida que une a tanta gente llamada Atlético de Madrid.
Es la condición humana: nacer, crecer y morir. Es imposible hacerse a la idea, pero el tiempo es implacable. En este aspecto, todos somos iguales. Ricos, pobres, famosos, desconocidos … a todos nos espera el mismo destino.
La diferencia entre unas personas y otras está en cómo cada uno vive la vida y cómo influye su vida en la de los demás. La única forma que los seres humanos tenemos de hacer un requiebro al tiempo es permaneciendo en la memoria y en el corazón de los que se quedan. Luis también ha ganado este partido.
Hoy, los atléticos y, seguramente, muchos que no lo son hemos llorado a Luis. Se nos ha ido el más grande de todos los atléticos, pero el referente moral que él suponía para todos nosotros permanecerá para siempre. Nuestra responsabilidad es saber conservarlo y transmitirlo.
¡Luis, mito eterno, eterno mito, descansa en paz! Amén.
Foto: as.com
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