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A mamporrazos. Así es como el Atlético de Madrid ha tirado abajo la puerta que da acceso a los octavos de final de la Liga de Campeones. Ya sabíamos desde hace dos jornadas que estaba clasificado como primero de grupo, aún así el equipo no ha bajado la guardia, ha seguido el ritmo de toda la temporada y ha resuelto con mucha solvencia los últimos dos partidos de la liguilla de grupos. El equipo de Simeone termina ésta primera fase como mejor equipo de Europa, empatado con el Real Madrid.

Esto, que lo decimos con naturalidad como si hubiera ocurrido a menudo, es realmente histórico. Aparte de que la clasificación haya sido rotunda, lo mejor es que ahora mismo, es considerado como uno de los posibles ganadores de la Liga de Campeones. Queda mucho recorrido hasta el 24 de mayo, muchas circunstancias incontrolables aparecerán por el camino, ahora bien, la trayectoria intachable de esta temporada invita a soñar.

El Atlético de Madrid ha demostrado, desde hace varias temporadas, que se maneja como el mejor en las eliminatorias. No hay que temer a equipos con más nombre que el nuestro. Sólo nos aventajan en experiencia, en nada más. Respeto, sí, como siempre, temor, ninguno. Me atrevo a decir que la mayoría de equipos quiere eludir al Atlético.

Haber hecho el trabajo a tiempo permitió a Simeone manejar los tiempos para estos últimos cuatro partidos del año. Hizo cambios en la Copa contra el Sant Andreu y también anoche contra el Oporto. Han sido dos oportunidades para algunos futbolistas. Quién lo ha aprovechado mejor ha sido Manquillo. Muy bien en la Copa y muy bien en Europa, desplegando un físico portentoso y dando muy buenas sensaciones en defensa. Adrián se ha estancado. Resurgió unas semanas atrás, pero su comportamiento en estos dos choques ha sido decepcionante. No le recuerdo ninguna acción positiva para el equipo. No sé si hay esperanza para el asturiano.

El partido siguió el guión previsto con el Oporto en busca de la clasificación y el Atleti dejando hacer y esperando las oportunidades que pudieran surgir. Esta vez tocó defender más de lo habitual, pues el empuje de los portugueses fue bastante constante.

El Atleti está tocado con la varita mágica de los goles. A veces se marcan con merecimiento y otras, como anoche, cuando se presenta la más mínima oportunidad. Lo de Raúl no era ni oportunidad. Recibió un balón de espaldas a portería, muy escorado, casi imposible para un disparo y menos para pensar en que pudiera acabar en gol. Pero es la confianza la que permite intentar cosas imposibles. Lo intentó y Raúl García marcó un golazo soberbio.

También fue muy bueno el gol de Diego Costa. Un gran pase de Óliver, lo mejor que hizo en todo el choque, posibilitó el contraataque el brasileño. Midiendo el tiempo y el espacio con absoluta precisión, resolvió de nuevo con maestría.

El Atlético es el equipo de moda en Europa. Outsider en septiembre, firme candidato en diciembre. Se lo ha ganado por sus propios méritos. Asombrando por la rotundidad de su fútbol, su fortaleza física arrolladora, su recia defensa y su productivo ataque. Nada detiene a los chicos del Cholo.