Hay una conocida canción atlética que comienza recordando que “pasan los años, pasan los jugadores…”. No hay mayor verdad en esta era ‘mercadotecnizada’ donde los jugadores son simples productos que ofrecer al mejor postor. Aquel que sobresale del resto acaba abocado a nuevas aventuras que suelen garantizar un salto en lo económico en la mayoría de los casos, no siempre en lo deportivo. Ante tal romántica injusticia, al pequeño no le queda otra que reinventarse, sacar de la nada para hacer olvidar al que lo ha conseguido todo. Y en eso, el Atlético de Madrid es un auténtico experto.
Resulta imposible explicar de otro modo la constante evolución de la delantera rojiblanca. De Torres a Villa, pasando por Agüero o Falcao, una interminable lista de nombres han vestido la rojiblanca y han ido superando peldaño a peldaño los registros que dejaban sus antecesores en el puesto. Siempre parecía un imposible pero jamás fallaron en su intento. Por todos y cada uno de ellos ha pasado la responsabilidad de devolver a un gigante, aletargado y herido de muerte por la metástasis que le hizo bajar a los infiernos, al lugar que se había trabajado durante más de un siglo.
Con Torres se salió del pozo, algo que quizá nunca se sepa valorar en tiempos de ‘cholismo’ y Europas Leagues pero lo que hizo un chaval de menos de 20 años, echándose a la espalda a todo un club como el Atlético de Madrid y llevándole a la orilla cuando se ahogaba sin fuerzas para nadar es algo que jamás sabremos agradecer. Por si fuera poco, mientras salvaba al náufrago, fue modelando a un astro de los que salen muy pocos, el Kun Agüero.
El argentino supo crecer a la sombra de Fernando hasta que su marcha al Liverpool le dio la alternativa. Ya no era un niño, pero tampoco era un hombre. Tuvo que ser un guerrero curtido en mil batallas como Diego Forlán quien demostrase que había vida después del Niño. Gol a gol fue enamorando a una hinchada que acabó rendida a su ‘u-ru-gua-sho’. Con Cacha, el Kun se hizo hombre y juntos consiguieron lo que tantos años se había ansiado en el Vicente Calderón, pelear por títulos y ganarlos. Fueron dos, pudieron ser tres, pero el gen ganador del Atlético de Madrid había renacido.
El verano de 2011 separó los caminos de los dos y del Atlético de Madrid. Los problemas con el técnico de uno y el mareante olor de la libra esterlina de otro dejaron a la hinchada huérfana y casi histérica. Parecía que no habría recambio para ellos. El Atlético fichó a Falcao bajo la siempre sospechosa sombra de Jorge Mendes. No tenía la magia de Agüero ni la personalidad de Forlán pero estaba tocado por la varita mágica del gol. Todo aquello que tocaba terminaba en el fondo de las mallas. En su primera temporada, encontró en el tímido descaro de Adrián el condimento ideal para volver a conquistar Europa, ya bajo la batuta de Simeone en el banquillo. Un año más tarde, con Adrián en shock, se encontró con Diego Costa, una bestia indomable que agotaba hasta la extenuación a los defensas rivales para beneficio del colombiano. Los registros goleadores no paraban de crecer y la guinda llegó en una final de Copa ganada al eterno rival en su estadio.
Tampoco pudo culminar su historia de amor eterno Falcao con el Atlético de Madrid. Fondos de inversión mediante, las garras del Tigre acabaron en el estadio que le vio tocar la gloria vestido de rojiblanco. La bestia Costa se quedaba solo ante el peligro. Parecía que, esta vez sí, el colombiano sería irremplazable, nadie podría hacer lo que él hizo. Pero Diego Costa, con mil cesiones, una gravísima lesión y un problemático historial a sus espaldas explotó liderando el mejor arranque del Atlético de Madrid en toda su historia. Junto a él, un David Villa que levantó muchas dudas a su llegada por su estado físico y a quien su inicio de campaña no ayudó. Pero si algo ha sabido hacer el asturiano ha sido meter goles y en las últimas jornadas -4 tantos en 3 partidos- parece que todo vuelve a la normalidad para el Guaje.
¿Cuál será el siguiente paso de la evolución? Nadie sabe qué pasará con unos ni con otros. Mientras tanto, Adrián parece que vuelve a dibujar los trazos de lo que fue y, a la sombra, espera un Leo Baptistao que, nunca se sabe, podría dar el relevo a esta histórica lista de delanteros cualquier día. Mientras tanto, los nostálgicos seguimos soñando con que, algún día, la vuelta de Fernando Torres cierre este círculo mágico y pueda, por fin, fundirse en un abrazo con el dios Neptuno al calor de su afición.
(Foto: www.clubatleticodemadrid.com)
No seré yo el que diga que Leo Baptistao no llegará a ser un delantero que marque diferencias en nuestro Atleti, porque en ese caso caería en el mismo error que con Don Diego Costa.
La historia del Atleti nos dice que, otra cosa no, pero delanteros goleadores siempre ha tenido este equipo. Será el aire del Manzanares que les inspira, qué se yo.
Unos se irán y llegarán otros, eso está claro, la lástima para nosotros y la ganancia para ellos es que se irán más pronto que lo que deberían.
Tu último párrafo es digno de ovación. Todos tienen en común que se fueron antes de lo que nos hubiera gustado
A ver lo que dura Diego Costa, ya están intentando comprarlo. Leo Batistao era un buen jugador para el Rayo, a lo mejor nos interesaría la cesión a otros equipos. A Costa le vino de perlas para mejorar sobremanera, yo era de los que creía que iba a ser poca cosa.