El Atlético de Madrid es un club grande. Seguirá siendo grande lo gobierne quien lo gobierne. Y lo seguirá siendo mientras detrás de él haya cientos de miles de seguidores y mientras los 24 títulos, entre nacionales e internaciones, sigan adornando sus vitrinas.
Nunca lo tuvimos fácil. Ni el apoyo de los responsables del fútbol español, ni por supuesto de la prensa. Siempre fue así. Uno, que ha escuchado miles de horas de radio y ha leído otras cuantas noticias de periódicos a lo largo de su vida, no recuerda otra cosa que no sea una prensa predominantemente madridista. Los puntopelotas y futboleros no han inventado la pólvora, aunque ellos crean que así es. Lo que sí que han logrado estos pseudoperiodistas es crear una guerra, que en ocasiones trasciende lo deportivo, en buena parte alimentada por el entrenador que denuncia que el título de entrenador del año es un timo digno de Los Tramposos.
Con mucho en contra y poco a favor la grandeza colchonera fue labrada por sus futbolistas a base de patadas y goles y por los gritos de aliento de los aficionados que durante más de un siglo fueron contribuyendo a que el nombre del Atlético de Madrid fuera conocido y respetado, primero en España y luego en Europa.
A finales de los 90 y poco después de lograr en 1996 uno de los hitos más gloriosos de su historia el Atlético de Madrid vino a dar con sus huesos en Segunda División. Una desastrosa gestión deportiva y económica emborronó de forma lamentable la historia atlética.
A partir de entonces, la debacle y la vergüenza. Una década repleta de fracasos y decepciones. Durante este tiempo se forjó la leyenda mentirosa de que el Atlético era un equipo perdedor y de que los aficionados éramos hermanos de la Cofradía de la Resignación desde el día de nuestro nacimiento.
2010 fue el año que muchos descubrieron que el Atlético podía ganar títulos. No sólo lo descubrieron por ese momento, sino que desempolvando los viejos libros de historia, se releyeron pasajes gloriosos de nuestra historia. Con los títulos se recuperó el orgullo y parte del sentimiento atlético.
No se ha perdido la grandeza. Pero cierto es que la grandeza de ahora no es como la de antes. Pues, se preguntarán, si ahora ganamos títulos, si ahora nos acercamos a los líderes del fútbol español, ¿cómo es que no es igual la grandeza de ahora que la de antes?
Pues no es igual porque antes las grandes figuras del balompié querían jugar en el Atlético de Madrid. No hablo sólo de los jugadores atléticos que vestían de rojiblanco durante toda su carrera hablo de futbolistas que preferían jugar en el Atleti antes que en otros clubes de más poder económico y social.
Esta es la diferencia del Atlético de Madrid histórico con respecto al Atlético de Madrid SAD. Se encuentran futbolistas de renombre y capacidad para jugar en nuestro club, pero al poco tiempo de estar en él comienzan los rumores, las especulaciones y termina certificándose la marcha del mejor jugador del momento a la vuelta del mes de junio del año en curso.
Dependemos de los futbolistas. La afición será grande, los títulos nadie nos los puede quitar, pero son ellos quienes dan victorias, títulos e historia a los clubes de fútbol.
Por eso, y por otras razones, pero principalmente por eso, me pareció tan importante la renovación por un cuatrienio de Diego Pablo Simeone. Seguramente tuvo otras ofertas, más sustanciosas en lo económico y más apetecibles en lo deportivo, pero eligió el Atleti. Y esa decisión me emocionó. No todos podrán decir lo mismo cuando revisen su carrera profesional. Simeone, sí.
El día, queridos lectores, que salga el Agüero, el Torres, o el Falcao de turno con un contrato de renovación por cuatro años y con la convicción de que lo van a cumplir. Es día, el Atlético habrá recuperado toda la grandeza perdida.
El atleti siempre será muy grande!!!!!
Lo de los jugadores, incluso entrenadores, es más complicado hoy en día… quizás la crisis (que de alguna manera afecta a estos millonarios) impida que haya ese trasiego de fichajes de años atrás y resurjan ciertos valores y vuelva algo de romanticismo al fútbol, como el que mencionas… el que hace que sea atlético y pueda llevarlo con orgullo.
Por otro lado, hay otro hecho que sirve para demostrar que el Atleti es un grande. Cuando va de visitante hace que los campos que visita se llenen más e incrementa las rivalidades. Donde va el público contrario anima más fuerte y tiene más ganas de vecerle. Y en esos mismos campos, no ponen igual ímpetu contra otros equipos.