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Piensas que es posible. Crees que este años sí. Esta vez llegamos mejor que el Madrid al derbi. Todas estas frases las repites una y otra vez. Desde el domingo. Durante toda la semana entera los mensajes positivos salen de tu corazón a la cabeza. Quieres creer. Terminas creyendo. El sábado lo dedicas a ver todas las noticias del Atleti, a comentar con los amigos, a leer twitter. Te concentras en el partido desde que te despiertas. No paras de mirar el reloj. ¿Cuánto falta?

Comienza el partido. Las cosas no van mal. Un Diego Costa, muy peleón, no para de inquietar a la defensa blanca, aunque sin peligro alguno. Los minutos van pasando y el partido se está trabando mucho. Faltas continuas, el juego se para una y otra vez. Ningún equipo domina el encuentro. Se percibe nerviosismo en ambas escuadras. Sólo Costa está destacando en el Atleti y no por motivos futbolísticos.

El Madrid tiene mucho que perder porque una derrota hoy le descolgaría definitivamente de la lucha por la Liga. El Atlético de Madrid tiene una gran oportunidad de machacar al rival. De hacerse fuerte, de ganarse el respeto que tenía antaño. Es así, siempre ha sido así. El equipo ha hecho méritos, se ha hecho respetar en estos primeros tres meses de competición. Pero se nos exige más para que cuenten con nosotros. Es el resultado de tantos años siendo un club sin alma, sin identidad, sin crédito, sin fútbol.

Diego Costa avanza por la derecha, se deshace de su contrario y pone un buen balón al área pequeña de Casillas. Falcao se adelanta a su marcador y logra conectar el remate. El portero madridista abre los brazos y evita el primer gol del Atlético. Buenas sensaciones. Parece que este año sí. Sigues creyendo. Esperas la victoria.

En la siguiente jugada, Turan comete una niñería impropia de un profesional tan curtido. Toca el balón con la mano para impedir que Cristiano se quede con él. El árbitro ve la infracción y señala libre directo. El portugués se dispone a lanzar. Anda que si la mete. No, imposible. Ni se sabe el tiempo que hace que no marca una falta directa.

El corazón te da un vuelco. Anda que si la mete. Y Ronaldo acierta. Courtois se estira, pero tardó el tiempo justo para no llegar a atajar la pelota.

Quieres seguir creyendo. Buff, remontar al Madrid en el Bernabéu. Sería una victoria más meritoria. Pero ves que el equipo no carbura. No es el Atleti que hemos visto en lo que llevamos de Liga. No conecta ningún pase. No trenza ninguna jugada. Turan está fuera del encuentro. Esa mano permanece en su recuerdo. Los centrocampistas atléticos no se imponen a los blancos. Alonso comanda las acciones y marca su territorio con una y mil faltas. Sabe lo que se juega. Los nuestros, lo sabían, pero lo han olvidado o por lo menos, lo parece.

Costa se ha perdido definitivamente en jugadas que solo han buscado enfadar al público y a los jugadores del Madrid. Falcao no aparece nada más que para correr detrás del balón. Han pasado mucho minutos y no ha vuelto a rematar a puerta. Consume sus energías sin obtener ningún beneficio para el equipo. El Atlético está desorientado, ha bajado los brazos definitivamente. Sólo queda esperar sin esperanza a que termine el partido.

Más de 20.000 ilusionados atléticos han llenado la grada baja del Calderón para darle energía a los suyos. Simeone lo pidió y ahí han estado. Nunca fallan. Siempre con el equipo. Siempre con el Atleti. Eso no se duda. La energía no ha sido suficiente. La próxima que nos lo pidan serán 40.000. A ver si así ganamos de una vez al Madrid. Pero no es cuestión de eso. Aunque fue muy buena la idea del Cholo se trata de otra cosa. De valentía. De dejarse los nervios y la ansiedad en casa, o en el vestuario, o donde sea.

Y también de fe. El Atlético ha perdido la fe durante noventa minutos en el Bernabéu. Territorio hostil, pero donde el Atleti ha ganado Copas y una Liga, cuando el Atleti no tenía miedo.

Acaba el partido y vuelven las malas sensaciones. Pasará un rato, un buen rato antes de que puedas dormir. Hay que volver a la lucha.

No nos detenemos en mirar atrás, Simeone dixit. Pero nosotros sabemos que eso no es posible. La semana de la ilusión deja paso a la semana del enfado, que no de la resignación. Eso no. Un atlético nunca se rinde.

Los jugadores pasarán, los directivos también pasarán, aunque parezca que son eternos. El Cholo también se irá. Sí, algún día se marchará. Pero tú, tu hermano, tu padre y tu madre. Tu amigo de toda la vida, tu vecino de abono. Tu novia o tu mujer a las que el fútbol no les gusta, pero que el día del Madrid se sientan contigo a ver el partido. Todos seguiremos estando siempre con el Atleti. Nadie nunca nos lo podrá quitar.