Recopa de Europa
Final
Atlético 3
Fiorentina 0
Atlético: Madinabeytia, Rivilla, Griffa, Calleja, Ramiro, Glaría, Jones, Adelardo, Mendonça, Peiró, Collar
Fiorentina: Albertosi, Robotti, Orzan, Castelletti, Malatrasi, Marchesi, Hamrim, Ferretti, Milani, dell'Angelo, Petris
Goles
1-0 Jones (8')2-0 Mendonça (26')
3-0 Peiró (58')
N del A: este relato está publicado el 5 de septiembre de 2012, 50 años después de que el Atlético de Madrid ganara el primer título europeo de su historia. Mi reconocimiento, admiración y devoción a todos los que engrandecieron la historia rojiblanca conquistando la Recopa de 1962.
Julio Megía
Como cada 15 de julio, don Federico apareció a las diez de la noche en la plaza del pueblo por la bocacalle de su casa. Hacía un buen rato Isidro Santallea Valbuena se encontraba en las escalinatas de la iglesia con varios amigos esperando la llegada de don Federico.
Don Federico provenía de una familia acomodada del pueblo que emigró a Madrid siendo éste muy pequeño. Gracias a unos contactos familiares en la capital y a la pericia de su padre la familia de don Federico había progresado social y económicamente a través de los negocios. A pesar de que éstos le ocupaban mucho tiempo, no dejaba de ir al pueblo cada verano a descansar.
Isidro recordaba a don Federico desde que tenía memoria. Amigo de la familia, era muy habitual verle por en las noches de verano en el café de la plaza con las fuerzas vivas del pueblo: don Juan el maestro, el cura don Braulio, el médico don Saturnino y don Francisco, el padre de Isidro.
La familia Santaella había sido una de las más influyentes del pueblo durante varias generaciones. Las nefastas consecuencias de la Guerra Civil habían hecho que perdieran la mayor parte de su hacienda. Don Francisco tuvo que rehacer su vida y la de su familia con las pocas tierras que le quedaron una vez que ésta hubo finalizado. Las tertulias de las noches de verano en el café le animaban a seguir trabajando por sacar adelante su familia.
Hablaban de lo divino y de lo humano, de sus recuerdos de otra época, del campo, y en muchas ocasiones de fútbol. Don Federico era socio del Atlético de Madrid. Desde que era joven asistía al Stadium Metropolitano cada domingo sin perderse ningún partido y le gustaba comentar con sus amigos de tertulia en el café del pueblo algunas anécdotas, jugadas y partidos que había presenciado durante la temporada.
En el verano de 1959, Isidro se encontraba en el café cuando don Federico y don Braulio, madridista confeso como buen clérigo, comentaron la eliminatoria de las semifinales de la Copa de Europa que había enfrentado al Real Madrid y al Atlético de Madrid. El campeón de Europa había necesitado tres partidos para deshacerse del Atlético. Don Federico se mostraba orgulloso, pese a la eliminación. Había sido uno de los aficionados atléticos que se había desplazado hasta Zaragoza para ver el partido de desempate entre ambos conjuntos. Fue tanto el entusiasmo que puso en la conversación que Isidro se marchó a su casa con una ilusión: ver un partido del Atlético en el Metropolitano.
A partir de entonces don Federico, ajeno a la decisión del chico, pero consciente de la ilusión que generaba el Atlético de Madrid en él, le había estado enviando cartas durante los inviernos siguientes en las que le escribía sobre partidos de fútbol acompañadas de recortes de los periódicos en los que se informaba de los partidos.
Isidro leía y leía repetidamente cada noche antes de dormir algunos de los artículos que más le gustaban. Imaginó los goles de Collar, Jones y Peiró la primera vez que el Atlético se proclamó Campeón de España en Chamartín frente al Real Madrid. Y los goles del triunfo del año siguiente también contra el mismo rival. Vivió como si hubiera estado allí todos los partidos en los que durante la temporada de 1961/62, el Atleti iba eliminando rivales en el torneo que se disputaba en Europa entre los Campeones de Copa. Y soñaba, seguía soñando.
Llegó el verano de 1962 e Isidro esperaba en las escalinatas de la iglesia de su pueblo. Al ver entrar a don Federico en la plaza dejó a sus amigos y se dirigió al café para que le contara la primera final del torneo de la Recopa que el Atlético de Madrid había disputado en Glasgow. Isidro se había enterado por la radio del resultado: empate a uno. Esperó durante dos meses la llegada al pueblo de don Federico para que éste le contara más información de aquel histórico partido.
Le relató con todo detalle lo que sabía acerca de aquella final. Isidro volvió a entusiarmarse y a entristecerse de nuevo recordando que su equipo había estado a punto de ganar aquel torneo.
Don Federico, que no había viajado a Glasgow por cuestión de negocios, sí que pudo comprar entradas para el nuevo partido que se jugaría en la ciudad alemana de Stuttgart. No lo había pensado, pero en el momento de adquirirlas, se acordó de Isidro. Esas largas conversaciones en el café, esos ojos chisposos cuando le hablaba del Atlético de Madrid, esa ilusión que podía ver en su cara, irrumpieron en su mente. En ese instante se dio cuenta de que esa relación establecida a partir del fútbol, suponía algo más para él: quería al chico. Quizás viera en él al hijo que nunca pudo tener y que tanto deseó.
Don Federico traía esa primera noche de sus vacaciones un regalo para Isidro: una entrada para ver el segundo partido que la final que se disputaría el 5 de septiembre. Le pidió a don Francisco que dejara a Isidro que lo acompañara. Cuando él se marchara del pueblo el último día de agosto se le llevaría con él y desde Madrid partirían hacia Stuttgart.
Solo hubo un momento de duda en don Francisco, el instante que tardó en mirar a los ojos de su hijo y ver cómo se le iluminaban ante la posibilidad de ver, después de desearlo tanto, un partido de fútbol del Atlético de Madrid.
Y allí se encontraban don Federico e Isidro el 5 de septiembre de 1962 en el Neckarstadion a las cuatro y media en punto de la tarde cuando el Atlético de Madrid y la escuadra italiana de la Fiorentina saltaron al terreno de juego. Unos sonoros y entusiasmados aplausos resonaron en el estadio. Reconoció en seguida a todos los jugadores rojiblancos, caras que tantas veces había visto fotografiadas en los recortes de periódicos.
Madynabietia; Rivilla, Griffa, Calleja; Ramiro, Glaría; Jones, Adelardo, Mendonça, Peiró y Collar. Se sabía la alineación de memoria. El ambiente era magnífico, con gran número de seguidores del Atlético que se habían desplazado hasta Alemania, además de otros que vivían en el país y que asistían al encuentro.
Isidro disfrutó como nunca en su vida. Fue cantando a voz en grito cada uno de los goles que anotaron Jones, Mendonça y Peiró. En el estadio se produjo una algarabía estruendosa cuando Collar, el capitán, recogió la Copa que acreditaba al Atlético de Madrid como el mejor equipo del torneo. Se había conquistado el primer título europeo de la historia e Isidro, gracias a don Federico, había visto cumplido su sueño. Un sueño que nació al calor del café del pueblo y que fue creciendo en las frías noches castellanas y culminó una tarde en una ciudad alemana en que el Atleti se proclamó campeón de la Recopa.
Foto: ABC
Qué grande esta historia y qué grande nuestro Atleti. Qué buena época tuvo a finales de los cincuenta y principios de los sesenta. El «ala infernal» que llamaban a Collar y Peiró. Yo lo más cercano a esa época que he podido ver ha sido a Rivilla e Isacio Calleja en la final de la Euro 64, y se les veía imperiales. De este partido (o partidos mejor dicho) existe una crónica en vídeo de la época:
http://www.youtube.com/watch?v=bXz5RhwI5Pc
También os recomiendo los dvd’s de un siglo rojiblanco, en la que hacen mención a esta generación, que ganó tres Copas del Rey (60,61 y 65), una liga (66), además de semifinalista de la Copa de Europa y subcampeón de la Recopa del año siguiente a esta.
Gracias por su artículo, llevaba tiempo sin comentar y no me he podido resistir, ya que me encanta la historia del fútbol y sobre todo la de nuestro equipo, y por tanto que se acuerden de ella. Mucha gente inculta futbolísticamente en la actualidad piensa que el Sevilla tiene los mismos titulos que el Atlético de Madrid, por poner un ejemplo cercano.