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Liga
Jornada 22

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Me levanté el frío domingo de invierno con tensión. Me atrevería a decir que había soñado con el partido que tendría que jugar el Atlético de Madrid por la noche. En realidad, desde la tarde anterior, cuando los resultados de los equipos que antecedían al Atleti en la clasificación permitían que una victoria del Atleti nos aupara a la zona de Liga de Campeones.

Un atlético debe anhelar siempre la victoria, y es comprensible que algunos aficionados se acostaran, tras el empate de anoche, con cierta frustración. No deberían haberlo hecho. Mirando con perspectiva los cinco primeros partidos de Simeone como entrenador, es justo decir que ha superado las expectativas. Los números son favorables a su trabajo: 11 puntos, 8 goles a favor y la portería inmaculada. No hay motivos para dudar, aunque sí para hacer un análisis más reposado del que suele hacerse cuando se consigue la victoria.

Venía el Atleti con el acelarador pisado a fondo, sin importarle multas por exceso de puntos conseguidos en las últimas jornadas. Con gafas de sol, el codo por fuera de la ventanilla, miraba con respeto, pero con la mirada alta, a los rivales que iba adelantando. En el horizonte más próximo esperaba el Valencia, un rival de tronío. Un equipo más cuajado que el Atleti y que en los últimos años ha sido mejor que los colchoneros, reconozocámoslo.

El Atleti se vio sorprendido en los minutos iniciales por el Valencia que salió dispuesto a llevar la iniciativa del juego. Los rojiblancos consiguieron nivelar la contienda a base de coraje, pero con menos fútbol que en partidos recientes. El mayor peligro para el área valencianista lo llevaron Juanfran y Adrián. De hecho, una combinación suya pudo suponer el primer gol de partido, pero Álves, acertadísimo toda la noche, desbarató la oportunidad.

El Valencia convirtió cada jugada en un lío del que los futbolistas colchoneros no supieron salir. No aparecieron ni Tiago, ni Gabi, prestos a la anticipación y al cruce, pero nada acertados en la tarea de armar el juego rojiblanco. Tampoco tuvieron la ayuda de Diego, muy despistado y fallón todo el partido; ni de Turan, menos brillante que otras veces. Tampoco se pudo contar con el acierto de Falcao, ni de Adrián.

El equipo sigue creando dudas en el centro del campo. Para sortear el juego pegajoso y trabado del contrario que además, tiene buenos futbolistas, es necesario imprimir velocidad al balón. Nunca se consiguió.

En la segunda parte el Atlético de Madrid dio un paso al frente y por momentos tuve la sensación de que podría llevarse el partido. Emery sacó la calculadora y concluyó que el empate era un buen resultado. El Valencia reculó y perdió la concentración en defensa lo que permitió un par de ocasiones atléticas, una de Falcao al que Ramí le sacó el balón con la entrepierna cuando se colaba dentro del arco; la otra de Adrián al que le faltó velocidad y decisión para encarar la portería.

Capítulo aparte merece Undiano Mallenco. Undiano iba para figura del arbitraje y se ha convertido en figurante. Su arbitraje fue un horror. Nada decisivo para el resultado, pero determinante en cuanto a empeorar el espectáculo. Undiano se puso a la altura de los futbolistas y en vez de calmar los ánimos, los azuzó con decisiones que solo caben en el reglamento de este trencilla.

En el reglamento de Undiano está escrito que hay que señalar falta del jugador de un equipo que recibe un golpetazo en la cara y un plantillazo en la rodilla propinados en la salida del portero rival. También puede leerse en el particular reglamento de este árbitro que si un jugador echa el balón fuera, pero acertando en el costado de uno de sus auxiliares, obtiene el premio de sacar de banda.

Hay árbitros que peinan exceso de gomina, los que salen al campo con el pelo como recién levantados. Los hay que dejan jugar, los que cortan el juego cada dos por tres. También contamos con la presencia de dos gemelos, a cuál peor, los que enseñan sus abdominales debajo de una ceñida camiseta. Los hay que se cagan después de que el presidente de un (más que un) club larga contra ellos. El arbitraje español es variopinto, en lo que coinciden todos es en que son muy malos.

Volviendo a lo futbolístico, la conclusión a la que llego después del partido contra el Valencia es que el Atleti va a necesitar hacer algo más de lo que hizo anoche para ganar sus partidos ante rivales de esta índole. Sigue sin ganar a equipos que están por encima de él en la clasificación, es un hecho. Simeone ha realizado muy bien parte del trabajo, pero aún le queda mucho por hacer.