Hagamos un ejercicio de imaginación y mentalización. Cerramos los ojos y vemos a Kun y a Forlán. A uno le pintamos las rayas rojas de blanco y al otro las rayas blancas de azul.
Ya podemos empezar.
¿Qué queréis que os diga? Yo ya hice anoche este ejercicio para ir acostumbrándome. Las cosas cuanto antes se asuman, mejor.
Los equipos grandes se distinguen, entre otras cosas, por fichar a estrellas y luego mantenerlas, o al menos, no venderlas en su mejor momento. No parece que sea la intención del Atlético de Madrid. Y no lo es por varias razones:
1º La nula defensa que hacen Cerezo y Gil Marín de los intereses del Atlético de Madrid. Si ambos jugadores se quieren ir, que se vayan, pero previo pago de ambas cláusulas de rescisión de sus contratos (105 millones de euros).
Si no fuera así, es decir, si se negociara el traspaso por cantidades inferiores a las de rescisión, sería una grave afrenta a la historia y a la afición del ATM.
2º El nulo afecto que tienen los futbolistas a los colores. Los aficionados debemos tener en cuenta que nadie quiere más a los colores que nosostros y que nuestros intereses son totalmente incompatibles con los de los futbolistas. Todas las frases repetidas de: Yo estoy muy a gusto aquí, quiero quedarme, o similares, entran dentro de las grandes mentiras de la vida.
3º El nulo control que existe por parte de las organizaciones federativas y de la LFP sobre las cuentas y los recursos económicos de los clubes. De ahí, que pueda llegar un señor como Pérez y pueda gastarse la nimia cantidad de 300 millones de euros en fichajes en un solo mes.
El fútbol ha vivido por encima de sus posibilidades desde que tengo uso de razón. El incremento de recursos económicos que han tenido los clubes por el contrato con la televisión y por la venta de productos asociados con los diferentes equipos, no ha servido nada más que para incrementar las diferencias económicas entre los grandes y los pequeños.
Por tanto, quién tiene más posibilidades de gasto y endeudamiento son los dos clubes más poderosos de España. Y, ahí, seamos sinceros, es casi imposible competir.
Hay que añadir que en la Primera División subsiten dos entidades jurídicas diferentes, de forma que 16 clubes son Sociedades Anónimas Deportivas y otras 4 son Asociaciones de socios. Puede que esto no parezca importante, pero a mí, sin entender casi nada de regímenes jurídicos de empresas, no me parece de sentido común que en una misma competición deportiva se dé esta doble situación.