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En pocas ocasiones se puede ver tan claramente como el partido de hoy la influencia que pueden tener los cambios en un encuentro. Hasta la salida de Diego Costa y unos minutos más tarde de Koke, el Atlético de Madrid había estado a merced de un voluntarioso y, por momentos peligroso, Granada. El Atleti sólo inquietó en una serie sucesiva de saques de esquina, un par de remates lejanos. El resto patadón y tente tieso. El balón volaba por el centro del campo sin que nadie del atlético pudiera bajarlo al césped.

El Cholo repitió la misma alineación que contra el Getafe y el partido discurrió por los mismos cauces. Y es que lo venimos diciendo desde hace varias jornadas, el centro del campo que está poniendo en liza Siemone no crea el fútbol necesario para que el Atlético domine los partidos, o por lo menos los controle. Mario Suárez y Gabi aportan pelea y disciplina, pero les falta dotes de creación de juego. Muchas más dificultades tienen cuanto más separado esté el equipo como ocurrió en los primeros cuarenta y cinco minutos. La defensa no encontraba a los volantes, ni estos a los atacantes que a su vez estaban a kilómetros de distancia. Así el Granada merced a una intensa presión y una velocidad elevada ponía en aprietos a la zaga colchonera.

Simeone reaccionó a tiempo y, en contra de sus costumbres, introdujo a Diego Costa en el campo al inicio de la segunda parte. El partido cambió por completo, sobre todo, a raíz de la entrada de Koke. Nada más salir, en el primer balón que tocaba el canterano, combinó con el brasileño en un sobresaliente pase en profundidad, un lance de juego insólito en los últimos partidos. Costa se hizo con el cuero. La defensa granadina lo encimó, pero Costa, en una de sus especialidades más renombradas, supo aguantar el balón lo suficiente para que Koke pudiera incorporarse al ataque por la banda derecha. El centrocampista levantó la cabeza y cruzó el balón al segundo poste por donde Arda Turan entraba como una flecha y cazó el balón para introducirlo en la red. El Atlético goleó antes de merecerlo.

El Granada tendría que pasar por encima de Diego Costa si quería llevarse el partido. Como si no viniera de una reciente lesión, el delantero atlético se peleó con el mundo y dejó detalles de cierta calidad. A menudo, se identifica su juego exclusivamente con el choque y la lucha, pero cuando sale concentrado es un futbolista que tiene unas estupendas cualidades que favorece el juego del equipo.

De la actitud y la entrada en escena de Costa se benefició Falcao, desaparecido durante toda la primera hora de encuentro. Por fin pudo tener algunas ocasiones de lograr su 50º gol como atlético. La más cristalina, la que le proporcionó Juanfran con un magnífico centro desde la derecha. El ariete estaba solo de cara a portería, sin embargo se equivocó al querer rematar con el pie, lo que era un natural remate de cabeza.

Todavía quedaba media hora de choque cuando Mario Suárez golpeó la pelota con la mano en un salto de cabeza, era su segunda cartulina amarilla. El Atlético casi ni notó su expulsión. El Atlético solventó la recta final del partido con oficio e inteligencia. No se dejó sorprender por la velocidad del Granada ni tampoco cayó en las reiteradas provocaciones de González González que se sacó faltas de la chistera como si de conejos se tratara.

Viendo los últimos partidos da la sensación de que se ha perdido fútbol. Se sigue conservando el espíritu luchador y el deseo por ganar, cualidades, que como se está viendo esta temporada dan muchos puntos necesarios para seguir en lo alto de la clasificación.

Foto: Club Atlético de Madrid.