La mala racha que atravesó el Atlético de Madrid durante el mes de octubre, de la que solo se salvó el resultado del partido contra el Zaragoza, agrandó una brecha entre la afición que ya se venía atisbando a lo largo de los últimos tiempos. Los cánticos que se escucharon hacia el final del encuentro desencadenaron también bastante polémica entre los espectadores que asistían al partido. Una polémica que después se ha trasladado a las redes sociales.
Es un asunto bastante peliagudo porque tiene muchas caras y también muchas aristas. Se enfrentan los intereses de dos personas por mantenerse en el poder contra el sentir de muchos aficionados que constatan temporada tras temporada que el club va perdiendo a pasos agigantados toda la grandeza que siempre tuvo a lo largo de su historia, quizás de forma irrecuperable. Se enfrentan grupos de aficionados que manifiestan diversas opiniones en función de sus intereses, gustos o motivaciones.
He escuchado contar a don Bernardo de Salazar que una gran parte de aficionados que asistían al añorado Metropolitano dejaron su abono cuando el Atlético de Madrid se trasladó al Vicente Calderón. En ese momento, sigue contando don Bernardo, el club quedó huérfano de una afición a la que le gustaba el buen fútbol y que era muy exigente con el club.
Algo similar ocurrió veinte años después. He podido escuchar y leer a algunas personas abandonaron su abono en el Calderón el año en que Jesús Gil ganó las elecciones de 1987. Unos lo hicieron por el desorbitado incremento de los precios, otros porque no les gustaba Gil. Por las razones que fueran, el caso es que muchos de esos buenos y exigentes aficionados que habían heredado la grandeza del el Atlético de Madrid ya no volvieron. Gil no les echó directamente, fueron ellos los que se exiliaron antes de ver cómo su Atleti dejaba de ser el club que siempre conocieron.
24 años y medio de gilismo han conseguido que algunos hayamos dejado de asistir al campo pero sigamos opinando a través de las redes sociales, que otros no protesten porque están aburridos de enfadarse, que otros sigan asistiendo al campo, a pesar de que les horrorice el gilismo, que otros protesten contra los que protestan y que otros no sean capaces de ver lo que está ante sus ojos: que cada vez queda menos del glorioso Atlético de Madrid.
Me pregunto cuál sería la opinión que tendrían los aficionados del Metropolitano, los del Calderón de los 70 y 80 y la de los exiliados del gilismo de todo lo que está ocurriendo en nuestro querido club y qué harían para ponerle remedio.
Pues sentirían nostalgia Don Julio. Se preguntarían el por qué de esta división en partes infinitesimales de la afición. Abrirían los periódicos para ver si explican algo sobre la ruptura y verían que la prensa no está por la labor de poner luz y taquígrafos sobre lo que pasa en el club.
Supongo que acabarían dedicando su tiempo a otras cosas, no sin antes pedir un certificado médico para constatar la gripe de Reyes.
A ver qué nos espera hoy.
Un abrazo
Todos, exiliados o no, serán ATLETICOS.
A unos les gustará más un modelo u otro, pero son del mismo equipo.
Al final cuando hay que llenar un Nou Camp para una Final de Copa del Rey, van todos los que son Atleticos, se lo puedo asegurar. Todos queremos que nuestro equipo gane y que sea grande. La forma es la que diverge a la afición, pero al final todos ATLETICOS.
Saludos.