10

Derbis de salón

Buenas tardes señoras y señores. Bienvenidos al estadio Santiago Bernabéu donde está a punto de comenzar el derbi entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid: el partido de máxima rivalidad madrileña y española. Los protagonistas aún no han saltado al terreno de juego, pero el ambiente en las gradas ya es extraordinario. Bruno siempre iniciaba así los partidos.
El primer derbi que Bruno recuerda no fue sobre el césped de un estadio de fútbol. El campo de juego estaba formado por las losetas del salón de su casa. Los futbolistas, en realidad, eran chapas de las botellas de refresco que conseguía en el bar de unos amigos de sus padres. El balón, un garbanzo. Y las porterías, unas de cartón que Bruno confeccionaba con precisión milimétrica.Bruno escogía las mejores chapas de refrescos, principalmente aquéllas que que no se hubieran doblado al abrir la botella. Primero pintaba los colores del equipo correspondiente en un papel, después escribía el nombre de cada  jugador. Y, para terminar, pegaba el papel a las chapas y ponía sobre su quebrado filo una tira de cinta aislante para que luego pudiera deslizarlas suavemente sobre el suelo.

Bruno era a la vez jugador, árbitro y narrador del encuentro. Atención, el balón lo tiene Marcial, progresa en campo madridista y lanza un pase en profundidad a Rubio que se interna por la banda, se deshace de su marcador con velocidad extraordinaria y centra desde la línea de fondo y … aparece Rubén Cano que remata y goooooooooooooollllllll del Atlético de Madrid que incrementa su ventaja en el marcador. El centro delantero rojiblanco con su habilidad habitual se adelantó a Pirri, burló a Benito y con un potente y ajustado lanzamiento alojó el balón en el fondo de la portería madridista sin que Miguel Ángel pudiera hacer nada por evitarlo.

Los centrales del Madrid nunca podían con Rubén Cano. Rubio y Ayala se deshacían de sus marcadores desplazándose por la banda de gresite llevando el garbanzo pegado a la chapa. Y si aquel día los delanteros atléticos no estaban muy acertados, siempre quedaba Eugenio Leal que, con maestría, lograba colar el esférico, quiero decir el garbanzo, por la escuadra de la portería merengue para dar el triunfo a los colchoneros.

A pesar del poderío físico y técnico del centro del campo madridista comandado por Stielike y Del Bosque los medios atléticos siempre se imponían con Marcial, Robi, Leal y Leivinha.

Y ¡qué defensa oiga! Marcelino, Pereira, Arteche y Capón. A pesar de contar de que los merengues contaban con una delantera temible formada por Santillana y Juanito, casi nunca eran capaces de superar a nuestros zagueros.

Así pasaba Bruno las tardes lluviosas y frías de invierno en el pueblito que vivía con su familia. Allí casi no vivían niños de su edad, pero a los pocos que había les apasionaba el fútbol como a Bruno. Partidos de chapas, partidos de fútbol que disputaban en cualquier rectángulo que ellos imaginaban como un campo de césped verde e inmaculado con unas gradas repletas hasta la bandera.

Bruno supo unos años más tarde que no andaba muy desencaminado con los resultados de aquéllos míticos enfrentamientos de chapas que hacía sobre el suelo, porque en la década de los 70 el Atleti era un grande de España y Europa que disputaba y ganaba títulos a los mejores equipos en los campos de césped de la misma forma que él se los imaginaba y los jugaba en el salón de su casa.

Del Atleti por principios. Y hasta el final.

Comentarios (10)

  1. Nostalgia de ese gran Atletico de Madrid, también en el patio de mi colegio. Ponia hasta a mi entrenador favorito: LUIS ARAGONES.

    Saludos.

    • Yo no vi mucho a ese Atleti, por desgracia. Entonces no se televisaban tantos partidos como ahora. Recuerdos de niñez.

  2. Más de 200 chapas tenía yo. Me hacía hasta los equipos de Segunda División. Todavía recuerdo con especial cariño a los porteros que los colocaba en tapones de refrescos. Del Pato Fillol hasta Abel, Molina… ¿Os acordáis como le pegabas con efecto a la pelota (o garbanzo jaja en su defecto?

    • Uff, yo los de Segunda no, pero los de Primera todos. Me pasaba, como Bruno, las horas muertas jugando a las chapas.

      Muchas gracias por tu comentario.

  3. Que recuerdos. Yo aún conservo las chapas, con unas porterias de hierro que me hizo mi abuelo y sus redes de la bolsa de las naranjas.

    Recuerdo la de veces que he rejugado la final contra el Dynamo de Kiev. Por supuesto, el final era muy diferente del que pasó.

    Qué nostalgia…

    • Tiempos pasados que no volverán ¿Los niños de ahora juegan con chapas? Si no lo hacen, no saben lo que se pierden.

      Un abrazo.

  4. Brillante y emotivo Don Julio. En algún rincón del trastero de casa de mis padres debe haber todavía una caja con chapas y con el campo del subbuteo enrollado. Ese campo que puesto sobre una alfombra se convertía en la pradera ideal para la práctica del fútbol de chapas. Hasta recuerdo cómo mi hermano y yo seguíamos jugando ya algo mayores ante la incomprensión de mi progenitor que nos animaba a salir a la calle a perseguir mozas en vez de doblar la raspa jugando derbys con mucha más rivalidad de la que muestran ahora los de verdad…

    ¡Qué tiempos aquellos!

    Un abrazo

  5. Yo también he jugado a las chapas cantidad, tío. Recuerdo que utilizaba el especial de Don Balón que sacaban en la previa de la LIga, para recortar las caras de los jugadores y ponerlas en las chapas. Hacía ligas con todos los equipos de primera, partidos internacionales, Copa del Rey. Todos los resutaldos los apuntaba en un cuaderno, y los partidos duraban media hora.

    Al principio jugué con unos campos de fútbol que regalaban con Phoskitos (mi tío era representante en el pueblo y me daba todos los que quería, con sus porterías y todo) y posteriormente evolucioné al Subuteo, pero, no se equivoque, utilizaba solamente el campo y las porterías para jugar a las chapas. De los jugadores pasaba cantidad, lo mío eran las chapas, y punto.

    Las tenía todas mezcladas en un bote, y hasta que sacaba los once de cada equipo, el resto de las chapas las ponía alrededor de campo y las utilizaba como público. Los jugadores que faltaban a partir de los once suponía que estaban lesionados, sancionados y demás.

    En fin. Tenía todo perfectamente estudiado. ¡Hasta si llovía fuera de mi casa mojaba un poco el campo con una esponja para que fuese más real el desarrollo del juego! No le podría decir la cantidad de horas que pasaba jugando con las mismas, era inimaginable.

    Y, por supuesto, mientras estaba jugando, hacía de narrador del encuentro, cantando los goles, las jugadas polémicas, simulaba los gritos del público … Bueno. Un espectáculo total. Lo dicho: tenía todo perfectamente controlado.

    Ha sido, sin lugar a dudas, el juguete con el que más he disfrutado en mi vida. Gracias por haberme hecho rejuvenecer unos 20 años, macho. Me lo he pasado pipa recordando todo esto. 🙂

    Un abrazo

    • Me alegro, don Tomi, de que haya rejuvenecido 20 años, es usted muy joven, por cierto. Yo he rejuvenecido … mejor ni lo digo.

      Lo que me ha impresionado es que acondicionaba su campo de juego según las condiciones meteorológicas ¡Vaya crack que estaba hecho usted!

      Un abrazo.