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Estaba la afición con los ánimos encendidos los días previos al choque contra el Valencia. Tanto es así que el balón no había empezado a rodar cuando algunos atléticos proclamaban lo bien que estaba tocando la pelota el Atleti. La ilusión ni se compra ni se vende, se tiene o no se tiene. Y a tener ilusión, no nos gana nadie.

Siendo más realistas podríamos convenir que no parece muy probable que un equipo pueda ganar cuando el entrenador ha podido contar con toda la plantilla solo en tres entrenamientos. Si este partido hubiera transcurrido hace un mes yo también estaría en el lado de los optimistas, pero como se disputó a mediados de septiembre, prefiero estar en el bando de los prudentes. Tan malo es dar rienda suelta a la ilusión como que empiece a desbocarse el derrotismo. El Atlético tendrá que empezar a acoplarse, encontrar el juego, tener paciencia. La cuestión que habrá que dilucidar es si para cuando el Atleti arranque, la Liga ya nos habrá pasado habrá pasado por la derecha o nos mantendremos aún a rebufo.

El Atleti de Manzano trata bien el balón, lo juega con cierto gusto y ha guardado los pelotazos en el baúl de los recuerdos. Suárez, Tiago y Gabi se pasan el balón con mucho cariño y amabilidad. Juegan con  seguridad, lentitud y horizontalidad en vez de hacerlo arriesgando, con velocidad y verticalmente. A pesar de las precauciones de nuestro trío de mediocampistas, el Valencia fue conquistando territorio y a mediados de la primera parte era el amo del partido.

El Valencia no pudo adelantarse en el marcador hasta el inicio del segundo tiempo, merced a un gran testarazo de Soldado. Ahora sí, el Atleti imprimió un poco más de velocidad en la circulación del balón, creando algunas ocasiones más por empuje que por buen juego. Al poco de encajar el gol, debutó el deseado Diego. De Diego se pueden asegurar dos cosas: que le falta ritmo de competición y que tiene clase para dar y tomar. El impacto que tuvo el brasileño en el partido fue soberbio en todos los aspectos del juego.

Con la entrada de Diego el Atleti se reordenó situando dos mediocentros: Suárez y Gabi, una línea de tres adelantada: Diego en el centro y Turan y Reyes en cada una de las bandas y Falcao en el centro de la delantera. El Atleti cercó durante muchos minutos el área valencianista que hacía lo que podía para evitar el gol colchonero.

Manzano echó el resto en un intento final por lograr la igualada y dio entrada a Juanfran. Pero el entrenador atlético consiguió el efecto contrario. Aunque las ocasiones se sucedían en la meta valencianista, el Atleti se aturulló. Siguió atacando, pero ahora con menos orden y mucho desconcierto.

El Atleti apunta maneras, apunta buen fútbol, apunta diversión y apunta goles. Se podrá decir que el Atleti estuvo a punto, pero habrá que empezar a sumar puntos aunque sea a punta … de pistola (figuradamente, se entiende).

PD: La sombra de un argentino bajito y con cara de Lazarillo de Tormes sigue siendo muy alargada.